domingo, 23 de diciembre de 2012

Capítulo 39


Aún quedaba para la Navidad, aunque aquí, en Paris, podía apreciarse que la ciudad ya se preparaba para ello. O quizá Paris fuera así siempre, ¿cómo podía yo saberlo? Era la primera vez que iba.
-Dame la mano. No quiero perderte.
Le sonreí a Harry mientras le agarraba la mano que me tendía.
Caminamos por el aeropuerto de Paris para recoger el equipaje. Estaba algo nerviosa, ya que suponía que se había corrido la voz de que Harry vendría y habría gente esperándolo, pero si la había, no nos vieron. Pasamos totalmente desapercibidos.
Una vez que tuvimos el equipaje, salimos del aeropuerto y nos metimos, casi automáticamente, en un taxi.
Pegué, prácticamente, la cara al cristal, contemplando las vistas que Paris podía ofrecerme mientras Harry empezaba una charla con el taxista. Quizá previamente debí haberle advertido a Harry que los taxistas eran peligrosos. Mucho. Les das cuerda y ya no callan jamás.
Y luego está mi pequeño percance con el taxista a mi llegada a Londres.
Sonreí.
Cuánto tiempo había pasado de eso.
Una mujer miró en mi dirección y la saludé, mas ella me miró mal.
Me sentó tan mal que me aparté de la ventana y me tiré sobre Harry, el cuál se hallaba muy concentrado intentando adivinar qué era lo que decía el taxista en su extraña lengua inventada, en la cuál mezclaba el inglés, el francés y puede que el hindú. O quizá fuera otra cosa, pero ya habíamos comentado antes que yo de oído no andaba muy fina.
-¿Qué dice?-le pregunté a los cuatro o cinco minutos en los que ambos le habíamos escuchado atentamente.
Harry le respondió en vez de contestarme.
-¿Qué le has dicho?
El taxista respondió.
-¿Qué ha dicho? ¿Por qué no me lo quieres decir? ¿Qué me ocultas?
Harry rió.
-No te oculto nada.
-¿Entonces?
-Es que ni yo le entiendo.
-¿Y entonces cómo es que le respondes?
-Le respondo lo que se me ocurre. Pero él parace feliz.
Y en verdad lo parecía.
-Si me está insultando, que lo haga en un idioma que entienda.-dije.
-Sí, seguramente será eso lo que esté haciendo.
-Ya decía yo que no me gustaban los taxistas.
-Eso no me lo habías contando.
-Tampoco me preguntaste.
-¿Y cómo iba yo a saber qué...?
-Calla y abrázame.
Sonrió y lo hizo.
El taxista nos miró por el retrovisor y después habló en su idioma incomprensible.
-Está celoso-le dije a Harry.-Mejor será que te suelte no vaya a ser que pare, me tire a una cuneta y se marche lejos, contigo.
-Eres una dramática.
-Lo que soy es realista. ¿Y si eso pasara, qué?
-Abriría la puerta y me tiraría.
-¿Con el coche en marcha?
-Si intenta secuestrarme... Dudo que parase entonces. No me quedaría otra.
-Imagínate que bloquea las puertas.
El taxista nos volvió a mirar otra vez y sonrió.
Me daba miedito, creo que se estaba enterando de nuestro plan en el hipotético caso de que quisiera secuestrar a Harry.
-Pues entonces... Tendrías que correr mucho para alcanzarnos.
-Te salvaría. Lo prometo.
-Sé que lo harías-dijo, besando mi mejilla.
El coche se detuvo entonces, el taxista se giró para mirarnos y dijo algo en su idioma extravagante.
-Creo que quiere que me baje. Al final nuestros temores eran ciertos.
Harry rió mucho con eso.
-Dice que ya hemos llegado.
-Espera, ¿qué le entiendes?
-Bajemos y te lo explico luego.
Bajé del taxi y me encontré delante de la puerta de un hotel muy parisino, pero cuando fui a girarme, Harry rápidamente me lo impidió.
-Prométeme que no te darás la vuelta.
-¿Pero por qué?
-Prométemelo.
Parecía ser que eso para él era importante, y a mí no me costaba nada complacerle.
-Te lo prometo por lo que más quiero en el mundo.
-¿Y qué es?
-Eres tú. Como si no lo supieras.
Me sonrió con aquella sonrisa suya, aquella sincera sonrisa suya que hacía tantísimo tiempo que no veía, aquella que puso cuando bailamos bajo la lluvia, cuando paseamos juntos por la playa un día antes del concurso, cuando le dije que quería a Niall, pero al que amaba era a él...
Mientras pensaba en esto, él pasó un brazo por mis hombros y, cargando con nuestras cosas, me condujo dentro del hotel, por lo que pasamos al hall. Intenté fijarme en todos los detalles y en toda la gente que por allí estaba, pero me fue imposible y me dejé arrastrar, de nuevo, por Harry, hasta la recepción.
Dejé que él se encargara de hacer los trámites necesarios y yo seguí con mi particular exploración. El hall estaba bien decorado, sin estar recargado en exceso, y había un contínuo tráfico de gente que entraba y salía por la puerta principal. La sala estaba inundada por el sonido de varios idiomas, en el que predominaba el francés (lo sé porque lo había estudiado durante tres años con decepcionantes resultados, pero...¿Y qué más queremos? Yo había nacido para hablar inglés), pero lograba identificar algunas frases sueltas en inglés e, incluso, palabras aisladas en español. ¿Habría compatriotas míos aquí? No me había parado a pensarlo mucho, pero en verdad añoraba España.
Un chico joven, vestido con un traje peculiar, se me acercó y me habló en francés, pero al ver mi cara de "¿Pero esto qué esssssss?", pasó al inglés, idioma que ya entendía algo más.
-Can I help you with you luggage?
-Y con lo que no es mi equipaje también-dije en español, pensando que no me entendería.
Él rió.
-Sería un placer.
Abrí los ojos desmesuradamente al oír una respuesta en un español casi más perfecto que el mío.
-¿Interrumpo algo?-dijo Harry, interrumpiendo en la escena.
-Oh, no, claro que no... Sólo dijo que si podía ayudarme con el equipaje.
El chico nos acompañó hasta la habitación, llevándonos las maletas mientras Harry me llevaba a mí a caballito.
-Si puedo hacer algo más por vosotros, tan sólo tenéis que decirlo y...
-Sí, sí. Vale, lo que quieras.-dijo Harry y el chico se fue por el pasillo, mirándonos raro.
Bueno, a mí me miraba bien, al que miraba raro era a Harry.
-Harry... No tuviste por qué decirle eso así al chico. No hizo nada malo. La culpa es mía por ir provocando. Si quieres enfadarte con alguien, hazlo pues conmigo.
-Nah, creo que voy a pasar. ¿Preparada?-dijo, señalando con la cabeza la puerta de la habitación.
-¿Y cuándo no?-dije, sonriendo, mientras miraba el número de la habitación, escrito con números entrelazados en negro sobre una placa dorada. 
El número era 317.
Abrió la puerta y me hizo pasar a mí primero.
Oí cómo su mano tanteaba por la pared hasta encontrar el interruptor de la luz. Finalmente, dio con él y el cuarto se iluminó.
Era una estancia muy acogedora y, desde luego, la clase de habitación que aparece en las películas cuando aparecen en estas hoteles de Paris.
Había una cama bastante grande, muebles, una televisión subida a un estante, una alfombra de tamaño considerable, dos enormes sillas de madera y un enorme ventanal que daba a la terraza (o eso suponía. Al menos, así era en las películas) cerrado, por eso fue por lo que el cuarto estaba tan oscuro cuando entramos.
Giré sobre mí misma, contemplándolo todo.
Harry había cerrado la puerta tras entrar él y me miraba sonriendo, cruzado de brazos.
-¿Te gusta?-preguntó.
Asentí.
-Hay que ver con qué poco te contentas entonces...
-Será por eso que te quiero a ti.
-¡Eh!
Le abracé.
-Ya sabes que es broma. Gracias por esto. Gracias por todo, en verdad.
Nuestra relación nunca había sido fácil. Primero, nos odiábamos. Aunque tampoco era odio, simplemente, no podíamos estar juntos en el mismo lugar. Y si lo estábamos, era un continúa lucha, peleas verbales a cada momento hasta que alguno de los dos acababa enfadado de verdad (que normalmente esa solía ser yo). Luego pasamos a soportarmos. Nos peleábamos, desde luego, pero a veces, Harry parecía humano conmigo, como cuando se responsabilizó de mí cuando mi borrachera. Yo luego correspondí a ese gesto cuando se peleó con Jeydon y este le hirió. Más tarde, él cambió de actitud. Ya no quería pelear, tan sólo me quería a mí. Y yo seguía enfrentándome a él por no enfrentarme a mis sentimientos, por no ser tan valiente como él y sacar la bandera blanca. Por no aceptar que yo también le amaba.
-No tienes nada que agradecerme. Si alguien tiene algo que agradecer aquí, soy yo.
-¿Ah, si? ¿Por qué?
-Por cambiar mi vida a mejor.
Le sonreí y me aparté, agachándome al suelo con mi maleta.
-Tu vida ya era buena antes de que yo entrara en ella.
Me cogió del brazo, me levantó y me hizo cruzar la habitación rumbo al ventanal.
-Lo sería, pero no estaba completa. Ahora sí lo está.
Cuando finalmente yo me rendí a mis sentimientos, estaba la inseguridad, el miedo, por el pasado de Harry. Nada, ni nadie, me aseguraban que yo sería la especial, y no otra chica más. Un recuerdo borroso en su mente. Una imagen no demasiado nítida en sus fotos. Una frase de un libro que él escribía día a día.
-Me alegro mucho de saber eso.
Me soltó el brazo y se dirigió hacia el ventanal.
Se dispuso a abrirlo, aunque primero tuvo que indagar un poco para saber cómo se abría.
-¿Te diste la vuelta al final o no?
-¡No! Te prometí que no lo haría. Y al prometerlo por ti, esperaba que eso te diera garantías de que sería fiel a mi palabra-dije, dolida en mi fondo por el que él dudara de mí.
Sonrió.
-Si ya lo sé, pero me gusta ver la cara que pones cuando te enfadas.
-No me enfadé-dije, sacándole la lengua.
-Sólo te molestaste. Crees que no, pero te conozco bien, a estas alturas de la vida.
-Bueno, ¿vas a abrir la ventana o necesitas ayuda?
Rió.
La abrió, corriendo previamente las cortinas, y yo emití un "oh" de sorpresa.
-Ven, acércate.
Así lo hice y los dos salimos a la terraza, con la vista puesta en la Torre Eiffel, iluminada. Se veía perfectamente desde donde estábamos.
-Supongo que ahora entiendes porqué quería venir casi por la noche. De haber venido por la mañana o por la tarde, esto no hubiera sido lo mismo.
Una vez que comprobé que esas cosas no me pasarían a mí, superada la prueba de su pasado con aquella chica de las Bahamas, todo fue bien, muy bien, al menos por una temporada. Calificaría esa temporada, sin lugar a dudas, como la mejor época de mi vida. Luego vino el Tour y, con él, los problemas. Primero, la desconfianza de Harry con su viaje a USA por Dean, aquel chico gay tan majo, que, por cierto, tendría que llamarle algún día, ya que, después del Tour, no había vuelto a saber nada de él, y después, nuestro distanciamiento. No fue voluntario, pero eso Harry no lo vio. Las peleas, apartacadas tiempo atrás en el pasado, volvieron y con su habitual intensidad. Rompimos y el odio volvió a nosotros. Y la pena me embargó, alimentando mi odio, aunque no hacia Harry, sino al echo de que no podía odiarlo. Y eso lo hacía todo mucho más difícil.
-No dices nada.
-Me he quedado sin palabras, lo siento.
Él me abrazaba por detrás, así que giré la cabeza y le miré.
Miraba hacia el frente, perdida su vista en el infinito (aunque no en el de mi espalda).
-Bonito, ¿verdad?-dijo, refiriéndose al paisaje.
-No sabes cuánto.
Entonces, se dio cuenta de que le miraba y rió.
-Así que te referías a mí.
-¡Toma, pues claro! No hemos hecho un viaje en avión para que te diga que un montón de hierros apilados es más bonito que tú. Pásame el móvil, quiero avisar de que hemos llegado bien.
-¿Acaso lo dudabas?
-Yo no, pero ellos sí y mucho. ¿A quién llamo?-dije, cogiendo el móvil que me tendía.
-A Niall, seguro que le hace ilusión. Cualquier cosa que tenga que ver contigo le hará ilusión.
¿Escondían sus palabras algún significado concreto o no ocultaban nada? ¿Era un simple comentario sin importancia o era algo más?
-¡Sí! Le echo de menos. Se hace raro no verle comer por aquí ni protestar por la hora de la cena. Le llamaré. Llama tú a mi madre.
-¿Qué? ¿Yo?
-Claro, que vea un poco de interés por tu parte, ¿me entiendes? Ya sabes, le rompiste el corazón a su hijita del alma, vas a tener que trabajar mucho para ser el yerno ideal que ella tenía en mente y se pensaba que eras...
-Lo que pasa es que después de la despedida que nos dieron, no te apetece hablar con ella para que te diga que te echa de menos.
-Ah, pillada. Va a ser verdad que me conoces.
-Mejor de lo que tú crees.
Se metió en la habitación para no molestarme mientras hablaba y yo me apoyé sobre la barandilla que, a pesar de tener puesto una chaqueta, me congeló el brazo.
-Un irlandés al habla.
-Qué saludo más propio, Niall.
-¡Cris! ¡Ahhhhhhhhhhh! ¡Eres tú!
Y se puso a fangilear un rato.
-¿Qué tal? ¿Qué pasa? ¿Llamas para pedir que vayamos a rescatarte?
Reí.
-Oh, no, no. De momento, no tengo motivos para ello.
-Bueno, por si acaso, ya sabes. Que ya me conozco a Harry.
-Está bien. ¿Qué tal por allí?
-Pues... Lego y Miam se han ido juntos por ahí, cena de parejitas, ya sabes, y aquí estamos Zayn, Nerea, Isa y yo, en casa. Los solteros, vamos.
Reí.
-Bueno, pues hacer vosotros otra cena de parejitas.
-Es que también tenemos a Pepa y entonces ella se nos queda sin pareja. Pobre, y luego Louis se entera y nos pega.
-Ah, no me habías dicho que Pepa también estaba con vosotros.
-Sí, y creo que tiene hambre, porque se está intentando comer a Zayn.
-Entonces es de los tuyos.
-Eso parece, aunque no sé si eso a Louis le haría mucha gracia...
Los dos nos reímos.
-¿Y las chicas que tal están?
-Isa está aquí, bien, intentado evitar que Pepa se cene a Zayn y Nerea está viendo la tele, a todo esto, ajena a la situación. Sigue profundamente enfadada porque no la habéis llevado con vosotros.
-Ay, pobrecilla. Pero tiene que entender que no podíamos traerla con nosotros. Daremos gracias si Harry es capaz de cuidar de mí, como para cuidar de una niña pequeña.
-Nosotros le dijimos que era una especie de luna de miel y se enfadó aún más.
-Normal, si es que menuda cosa le fuisteis a decir.
-Fue Louis. Las culpas, a él.
-Siempre es Louis el que tiene las culpas en vuestra casa, ¿eh?
-Es lo que hay. Que dice Nerea que si ya tenéis su postal.
-¿Qué? ¿Qué postal?
-Creo que le prometiste una postal. O no sé, yo estaba muy entretenido despeinando a Zayn cuando tu dramática despedida.
-¡Ah, ya! Es verdad. Dile que no, que no hemos tenido tiempo, pero que no se preocupe, que le llevaré la más bonita que encuentre.
-Dice que más te vale.
-En fin... ¿Y tú qué tal?
-¿Yo? ¿Te preocupas por ti?
-Sí, la verdad, no sé por qué no te traje metido en la maleta...
-Porque Harry me hubiera mandado de vuelta a Londres de una patada.
-Pues también es cierto.
-¿Y tú? ¿Qué tal estás?
-Yo, bien, bien. Bastante bien, diría yo. Aquí, hablándote desde una terraza con vistas a la Torre Eiffel.
-Cómo vives, ¿eh?
-Lo mío me ha costado. Tengo que dejarte. Ya te llamaré, ¿vale?
-Sí, llama tú, porque no sea que yo llame e interrumpa algo importante...
-¡Niall!
-¿Qué? Yo decía la búsqueda de la postal de Nerea.
-Ya, claro.
Nos despedimos y entré en la habitación, para ver a Harry sentado en una de las descomunales sillas de madera.
Su mirada estaba fija en una de las paredes. Estaba como pensando en algo, pero, al verme aparecer, me tendió una mano y abandonó esa cara seria por una más alegre.
-¿Te pasa algo?-dije, mientras le tomaba de la mano que me extendía y me dejaba arrastrar hacia él.
Me hizo sentar encima suya.
-No, claro que no.
Le pasé el brazo por detrás y empecé a tocarle el pelo.
-¿Seguro? ¿Te dijo algo malo mi madre o algo?
-No, seguro. Se ha sorprendido mucho cuando ha descubierto de quién era la llamada, pero más me he sorprendido yo cuando me ha cogido el teléfono tu abuela.
-¿Qué? ¿En serio? ¿Y qué te dijo? No me digas. Te intentó golpear con el bolso hasta que se dio cuenta de que no podía.
Rió.
-No me dijo mucho, más o menos algo parecido a lo que me dijo antes de que nos marcháramos.
-¿Y mi madre?
-Más de lo mismo. ¿Y Niall? ¿Qué se contaba?
-Pues que Lego y Miam se han ido de cena de parejitas y se han quedado Zayn, Isa, Nerea y él en casa. Ah, y Pepa, que estaba intentando comerse a Zayn. Y dice que Nerea sigue enfadada con nosotros por no traerla.
-Ay, qué niña...
-A mí me lo vas a decir.
-Olvidémonos de ellos por un rato, ¿nos vamos?
-¿Adónde? No nos conocemos la zona.
-¿Y desde cuándo nos ha importando eso? ¿Acaso tienes miedo de perderte conmigo?
-Claro que no tengo miedo. Vámonos.
Y ahí me encontraba yo, caminando en otoño, por Paris, de noche, con Harry a mi lado.
No nos conocíamos la zona, ni a la gente que allí había, ni las tiendas que pudiéramos encontrarnos.
Pero no nos importaba en absoluto. Él era lo único que yo conocía aquí y yo lo único conocido por él. Estábamos solos, lejos de los nuestros, pero nosotros dos, juntos, formábamos nuestro propio mundo.
Llevábamos caminando un buen rato, cuando él preguntó.
-¿Por qué sonríes? Me he estado fijando, y llevas todo el camino sonriendo.
-Intento no hacerlo, pero es recordar que camino contigo y me sale solo.
Me pasó un brazo por los hombros y me estrechó contra él.
-¿Sabes? A veces me pregunto cómo cabe tanto amor en un cuerpo tan pequeño.
-Soy pequeña de cuerpo, no de corazón.
-¿Y desde cuándo eres tan empalagosa?
-¿Empalagosa yo? Ya quisieras tú, ya.
Una señora paseaba tranquilamente con su perrito y este, cuando me vio, se puso a ladrarme como si su vida dependiera de ello.
-Creo que sabe que eres el enemigo.-dijo Harry.
-Maldito perro. ¿Se lo llevamos a Pepa? Haría buena pareja.
-No sé yo qué diría Louis sobre eso...
-¿Y a Louis quién le dio vela en este entierro? Pepa es de Bego y Louis, también.
La señora se cansó de que el perro me odiara, así que lo cogió del suelo y se lo metió dentro de un inmenso bolsillo del abrigo.
Nos olvidamos pronto del perro y seguimos con nuestro paseo.
Se empeñó con fervor en que cenáramos por ahí y le dejé elegir con libre albedrío el sitio, ya que a mí eso poco me importaba.
Mientras volvíamos al hotel (o lo intentábamos, ya que me había hecho preguntarle a tres personas por la dirección del hotel, ya que a él "le daba vergüenza". No sé si en verdad era algo tímido con la gente mayor o es que sólo quería reírse de mí al ver cómo intentaba comunicarme con gente que no me entendía y no pretendía hacerlo) me pidió que le contara sobre lo que en el avión no le quise decir.
-Pero, ¿qué quieres saber exactamente?
-Quiero saber qué te pasó cuando te fuiste al ver a Carly.
-¿Quieres decir cuando me encontraron tirada en el césped del parque bajo la lluvia?
-No, eso ya me lo contaron. Lo que pasó durante el Tour, la parte que Zayn pasó contigo.
-¿No le pudiste preguntar a Zayn?
-Lo hice, pero él dijo que, si querías contarlo, era cosa tuya y no suya el hacerlo.
-¿Es que crees que hubo alguna clase de acción entre Zayn y yo? ¿Por lo que te dije que había estado practicando en desabrochar botones de pantalón?
-No pregunto por eso, pero si quieres contármelo...
Reí negando con la cabeza.
-No pasó nada de eso entre nosotros, ni durante el Tour ni durante el tiempo que estuvimos saliendo. Esa clase de acción sólo la tengo contigo. Pero, ¿para qué quieres remover el pasado?
-Necesito saberlo.
Y se lo conté. Todo. Cada pensamiento que tuve, cada acto que realicé, no escatimé en detalles. Cuando lloré, le conté lo que escondía cada lágrima, el saber que me había sacado de su vida, cómo me lanzaba contra la pared buscando un dolor físico tratando de apartar de mí el dolor que sentía en el pecho al sentir el corazón roto... Le hablé de cuando Zayn me dijo que él había estado en el concierto, de que le busqué por allí y no le encontré. De lo que me dolió que no se acercara a hablarme, aunque fuera para gritarme o despreciarme. Que yo sólo quería verle una vez más.
-Fui a verte a ti, expresamente. Llevaba mucho tiempo sin verte, sin saber de ti, salvo algunas cosas que me llegaban sueltas... Y me emocioné bastante al verte saltar sobre el escenario y sonreír y bailar como si nada hubiera pasado.
-Las actuaciones de cada noche eran el único momento del día en los que me concentraba en lo que tenía que hacer y no en lo que sentía. No lo hacía más fácil, pero sí más llevadero. O, al menos, lo intentaba...
-Yo... Lo siento. De verdad, lo siento.
-Yo no. Contigo estoy aprendiendo lo que la vida me habría enseñado de igual manera. Dejemos el pasado en el pasado y olvidemos.
Entramos en el hotel y el botones estaba por allí y nos saludamos.
-¿Qué te traes con ese?
-Pues enamorarme, vivir en la casa que tenga aquí él en Paris, tener hijos y envejecer juntos. ¿Pero tú eres tonto?
Se rió.
-Me gusta cuando te pones así.
-Ah, y a mí me gusta cuando desconfías de mí. En serio, es taaaaaaaaaaaan genial, que no puedo esperar a que lo hagas otra vez.
Me abrazó.
-Ah, no, no, ahora no vengas con abracitos que nos conocemos.
Él se reía.
En verdad se lo pasaba en grande cada vez que conseguía ponerme de esa manera.
Subimos en ascensor (tuvo de nuevo que insistir en que debía superar mi miedo. Soy claustrofóbica) y, cuando bajamos de este, me cogió en brazos rápidamente y avanzó por el pasillo.
-¿Qué clase de acción era la que decías que guardabas sólo para mí?
Le sonreí.
-Eres un pillo, Harry Styles. Pero eso me gusta.
A la mañana siguiente, me revolví, incómoda, ante tanta luz colándose por la ventana. Mucho dirían la gente de los españoles, pero al menos nosotros habíamos sido lo bastante inteligentes como para inventar las persianas.
Abrí los ojos.
La ventaja de no tener persianas, al menos, era la maravillosa vista de la Torre Eiffel que podía contemplar tumbada en la cama.
Me giré y extendí el brazo, buscando el contacto de Harry, pero mi brazo cayó sobre el colchón.
-¿Harreh?
Miré bajo la almohada y las sábanas, al lado de la cama por si se había caído e incluso debajo de esta, por si se cayó y rodó bajo la cama, pero nada, no di con él.
-¡Harry!
Lo llamé con mayor insistencia.
¡Se fue! ¡No estaba! O se había ido por su propio pie o me lo habían robado.
Corrí por la habitación, llamándole, teniendo más miedo por pensar dónde estaría él que por pensar en que estaba sola en un país extraño.
La puerta del baño se abrió y Harry apareció con el pelo empapado y una toalla blanca enrollada en la cintura.
-¿Pasa algo, Cris?
-¡Harry!
Me tiré contra él y le abracé.
Estaba mojado, por lo que yo también me mojé, pero no me importó.
¡Había pensando tantas cosas desagradables en esos escasos tres minutos y medio! Que si se había ido sin mí y me había abandonado por lo que pasó con el botones, que si el taxista había venido a secuestrarlo, que si el botones se le llevó... Disparates, cosas imposibles, pero incluso lo más absurdo e impensable, cuando tenemos algo que perder, puede volverse real.
-Me desperté y no estabas y bueno... Me asusté.
Sonrió mientras me estrechaba con un brazo.
Con el otro sujetaba la toalla.
-Sólo me estaba duchando. No iba a dejarte aquí sola.
-¡Ah, bueno! Sabiendo eso...
Le solté y me di la vuelta para ir hacia la maleta, pero él me agarró del brazo antes de que pudiera ir muy lejos.
-Ven conmigo.
-Ya me duché ayer antes de venir.
-Pero no conmigo.
-Ah, lástima. A ver estado.
-Ah, no. Ahorremos agua.
-¿Desde cuándo te preocupas tú por ahorrar?
-Desde ahora mismo.
-Anda, termínate de duchar que vas a coger frío.
-Vale.
Tiró de mí, me atrapó, cerró la puerta del baño y se metió en la ducha, conmigo como prisionera.
-¡Harry no, que mueres!
-¿Muero por qué?-dijo, abriendo el grifo.
Se me empapó el pelo.
-¡Porque te mato!
Conseguí salir con vida de la ducha, aunque empapada y le quité la toalla.
-¡Eh!
-¡Yo la necesito para el pelo!
-¡Y yo también!
-Pues yo voy antes.
Me enrollé la toalla en el pelo y me senté en el suelo.
Abrí la maleta y me puse a rebuscar qué podía ponerme.
Oí el sonido del secador y, minutos después, Harry salió del baño, vestido para variar.
-¿Qué haces?
-Busco qué ponerme.
Fue a quitarme la toalla de la cabeza y le bufé, haciendo ademán de morderle.
-Estás agresiva hoy, ¿eh?
-Normal, con el susto con el que he despertado y luego la ducha... A los gatos no nos gusta el agua. Tú bien deberías saberlo.
Seguí buscando algo que ponerme.
-¿Por qué te has traído zapatillas de estar por casa?-preguntó.
-¿Qué? Esto no son para estar por casa. Son botas normales.
Me había traido un par de mis fieles botas "Uggs", que eran bien calentitas y yo solía ser muy friolera. Alguna vez yo también las califiqué como zapatos de estar por casa.
-Sí que lo son.
-No.
-Sí.
Y así seguimos un rato.
-¡Serán zapatillas de andar por tu cara como no te calles!-dije, tirándoselas, mas él las esquivó, riendo.
Estas, estas eran las peleas que recordaba que tanto me gustaban.
-Vale, vale. Ya me callo.
-Al fin. Me ha costado.
Una vez que me vestí (y me sequé el pelo) y desayunamos, me hizo salir del hotel, diciendo que tenía un plan. Yo confíaba en él, aunque sus planes me daban miedo.
Nos llevó bastante rato, pero, usando el transporte público (en el cuál siempre tenía que pedir los billetes yo...Según él, tenía una idea del francés, pero yo tenía que mejorar) conseguimos llegar a Notre Dame.
Estuve fangileando bastante rato porque "El Jorobado de Notre Dame" había sido siempre una de mis películas favoritas y ahora estaba allí. Luego estuve otro largo rato dándole las gracias a Harry por traerme aquí.
-¡Vamos a buscar a Quasimodo, Harry! ¡Vamos a buscarlo!
-Dudo que lo encontrem...
-¡A BUSCARLO DIJE!
Notre Dame era muy bonita, pero me decepcionó el no encontrar a Quasi, a pesar de que lo llamé y lo llamé. Harry se rió bastante de mi decepción.
Comimos por allí y pasamos la tarde por la zona, paseando y de aquí para allá, sin parar.
Agradecí cuando, al caer la noche, nos dejamos caer en el hotel. Pero fue sólo para cenar porque después Harry insistió en salir otra vez y pasear por la Torre Eiffel y sus alrededores.
Estaba muerta, pero así accedí.
Verle caminar con una sonrisa en la cara bien valía darle una paliza al cuerpo, aunque luego me doliera todo.
Y fuimos, como él quería y allí estábamos, debajo de la Torre.
Sabíamos que se podía subir, ya que había un restaurante y vete a saber qué más habría, pero sabía que él no lo sugeriría porque sabía que yo tenía un terrible pánico a las alturas (ya sólo era cuando me subía a su espalda y ya tenía vértigo...).
-Quiero un universo contigo, porque un mundo se me queda pequeño.-dijo, de repente.
Yo no contesté por unos segundos.
-¿Sabes qué quiero yo?
-Mm, ¿qué?
-Una eternidad contigo porque una vida a tu lado es poco para mí.
-Bego-
Ya hacía casi un día que Cris y Harry se habían marchado.
La cena con Marta y Liam había sido muy divertida, pero para esta noche no tenía ningún plan, salvo quedarme con Nerea y Pepa en casa, ya que mis padres se habían ido de nuevo de visita a ver al tío Ralph y Niall le había dicho a Isa que fuera para allá con ellos a ayudar a hacer una pancarta para cuando estos dos volvieran.
A mí también me lo dijo, pero si no nadie podría quedarse con Nerea y no queríamos llevarla, porque le prendería fuego a la pancarta o algo peor. Aún seguía enfadada con ellos dos.
Cenamos las dos y, después, fuimos al salón, donde puso una de las infinitas películas de Barbie. Mientras tanto, yo me puse con el móvil, a falta de algo mejor que hacer.
La película iría por la mitad, más o menos, cuando oímos a Pepa ladrar fuera.
Segundos más tarde, sonó el timbre.
-Abre tú, que la peli está de lo más interesante.
Puse los ojos en blanco, mas me levanté del sillón y abrí la puerta, para encontrarme a Louis tirado sobre el felpudo con Pepa encima.
-¿Lou?
-¡Beg...!
Pepa le chupó la cara, interrumpiéndole.
Logré quitársela de encima y él se levantó.
Entró en casa (dejamos a Pepa fuera) y pasamos al salón.
-¿Qué ves, Nerea?
-Una película de Barbie.
-Ah.
-¿No te gusta?
-No es mi estilo.
-Pues mola mucho.
De nuevo, como aquella vez, ambos nos sentamos en el sillón y nos pusimos a hablar mientras Nerea veía su película y, como aquella vez, volvió a quedarse dormida. Normal, es que no había quién aguantara dicha película.
-¿La subo?
-Vale, iré a abrirle la cama.
Así lo hice y él subió con ella en brazos y la acostó.
Salimos de su habitación y cerramos la puerta.
-¿Y ahora qué...?
Sus labios callaron los míos.
Me besó de una manera diferente, más pasional.
Habíamos esperado bastante tiempo, pero ya era hora.
Ya estaba segura.
Le besé de la misma manera y, mientras le pasaba los brazos por el cuello, me subí a sus caderas de un salto.
Lou retrocedió hasta entrar en mi habitación.
Y, una vez allí, cerró la puerta con el pie.


Lo primero de todo, decir que siento el retraso. Y cuando digo que lo siento, lo siento de verdad. Bien sabéis que yo siempre he sido fiel a la hora de subir, pero últimamente no he podido serlo tanto. Pido perdón.
Lo segundo, decir que, por ciertos motivos, perdí totalmente la inspiración. Era incapaz de escribir absolutamente nada. Estaba bloqueada. Totalmente. Cuando comencé a escribir este capítulo, al principio me costó bastante, pero luego me fui soltando y recuperando mi antigua manera de escribir, aunque, según mi parecer, creo que aún me queda un trecho del camino para ser como era antes. Bueno, Nobody´s perfect (salvo Zayn y compañía, ya vosotrah sabéih lol).
Lo tercero, deciros que no, que Forever Young no acaba aquí. Aún nos queda para rato.
Lo cuarto, deciros que no, que tampoco. Haylor no acabará con Forever Young. No tengo nada en contra de Taylor, siempre fuimos grandes amigas (e incluso escribí este capítulo escuchando su cd RED), pero no apoyo Haylor, únicamente apoyo la felicidad de mi ídolo. Además, Forever Young es la única manera que tengo de hacer a Harry mío, y no voy a renunciar a eso ni por nada, ni por nadie. Y a las que me diréis de todo por no apoyar Haylor os diré que ser fan de alguien no significa que tenga que parecerte bien todo lo que hagan. Se llama tener "personalidad" y, sobre todo, "criterio".
Y quinto, aunque no por ello menos importante. Quisiera dedicarle este capítulo, que para mí es tan especial ya que supone mi vuelta a la escritura (¡yujú!) a @LiamSpainFans, porque, a parte de ser una younger, se lo merece. Que este detalle tonto la haga sonreír, aunque sea una vez más.
¡Ah, y se me olvidaba! Qué cabeza la mía, Dios. Sexto. Mis novelas. Os voy a poner aquí los links de todas mis novelas de 1D para que, quién no las haya descubierto, pueda hacerlo. Tengo más de McFly y de Justin, pero esas ya tendréis que pedirlas (;
http://aslongasniallhoranlovesme.blogspot.com.es/
http://iwanttomarrythenight.blogspot.com.es/
http://ourownvampirestory.blogspot.com.es/
Y aquí os dejo mi ask, para cualquier cosa que querías preguntar, sobre la novela, sobre las próximas novelas que vendrán, firma de libros (?), cuándo leches se acabará este comentario y me moriré... ¡Exacto! Todas esas preguntas a las que queráis poner respuesta.
http://ask.fm/CrisBieberHoranStyles
Ahora sí ya, me despido.
Sinceramente vuestra,
@Cris_Jbieber

viernes, 30 de noviembre de 2012

Capítulo 38

Antes de nada deciros que estéis pendientes de http://iwanttomarrythenight.blogspot.com.es/ porque en breve subiré el capítulo 2 y recordar que As long as Niall Horan loves (http://aslongasniallhoranlovesme.blogspot.com.es/) me tiene ya 11 capítulos, por si alguien no se ha pasado por ella y que, también en breve, subiré el 12, ya que tanto lo deseáis.
Y bueno, decir también que me pedísteis un nombre para las lectoras, porque llamaros "lectoras" es muy común y poco original, además de normal y como aquí, en Forever Young, somos de todo menos normales, he pensando en "Youngers". ¿Qué os parece? Espero vuestra opinión, al igual que la opinión sobre el capítulo. Importante leer el comentario de abajo del capítulo.



Abrió la puerta, pero la cerré suavemente.
-Espera.-dije.
-¿Qué ocurre?
-Aunque hayas hablado con Zayn... ¿No será algo brusco bajar así como así y...? No sé.
-Todo estará bien.
Asentí con la cabeza mientras salíamos.
Me quedé en las escaleras parada, mientras él bajaba, hablando solo.
Se dio cuenta de que me quedé arriba cuando bajó y vio que no respondía.
-¿Pero qué haces ahí? Baja.
-No, estoy cansada, bájame tú.
Riendo y negando con la cabeza, subió a por mí y me cogió en brazos.
Le pasé los brazos por el cuello y escondí la cabeza en este, haciéndole cosquillas con mi respiración.
Entramos así en la cocina y la gente se calló.
Que hablaban de nosotros era algo que ya habíamos asimilado, por lo que lo dejamos correr.
Niall se levantó del taburete y se sentó en la encimera para que Harry pudiera sentarse, conmigo encima.
Saqué la cabeza de donde la tenía escondida y miré a mis amigos, deteniendo mi mirada en Zayn, el cuál me la sostuvo.
Quería decirle algo, pero no sabía el qué. Y mucho menos cómo.
Louis nos puso el desayuno en la mesa y comimos mientras él bailaba flamenco con Liam, Marta y Bego daban las palmas, Zayn pasaba del tema y Niall se preguntaba por qué éramos tan peculiares.
Harry me apartó el pelo, poniéndomelo a un lado y me daba pequeños mordiscos en la nuca, por lo que a la cuarta o quinta vez que le avisé de que eso me hacía cosquillas y él lo ignoró, le pegué, paró por un par de minutos y siguió.
Cabezota, el chico, era un rato.
Aprovechando que Zayn y Niall se habían cansado de ver el flamenqueo de Liam y Louis y que se iban de la cocina, les seguí y atrapé a Zayn.
-¿Podemos hablar?-pregunté.
Él asintió y subimos a su cuarto.
-Tú dirás.
Tomé aire.
-Siento mucho si te he... Si te has sentido mal con algo que he hecho. Yo... Ayer, cuando... No hice bien y...
Me detuvo con un movimiento de la mano.
-Cris, hablemos claro. No vamos a engañarnos. Tú le quieres y le querías y no había forma humana de cambiar eso. Y yo lo sabía desde el principio. Él ya habló conmigo y decidí que tenía razón y que así es como las cosas deben estar.
-¿No estás enfadado conmigo?
-No, en absoluto. ¿Debería?
Negué con la cabeza.
-¡No, claro que no!
Le abracé, riéndome.
Antes de salir de la habitación, me giré para decirle una última cosa.
-Quiero que sepas que no todo lo que has dicho es cierto. Yo te quería y te quiero y, si Harry no hubiera hecho nada, yo hubiera seguido contigo hasta el final.
-A ver si me voy a arrepentir ahora...
Reímos los dos y salí al pasillo.
Vi las escaleras y me desmoralicé mentalmente.
Dos o tres minutos después...
Zayn salió de su habitación y me vio tirada en el suelo, junto a las escaleras.
-Pero, ¿qué haces ahí? ¿Nos habías bajado ya?
-Es que las escaleras me dan pereza. Ve y dile a Harry que me baje.
-Voy.
Bajó y se perdió en la infinidad del mundo de la planta baja.
-¡Qué Harry dice que si quieras bajar, que bajes rodando!
-¡Cuánto amor me tiene, madre mía! ¡Cuánto amor me tiene!
-Es lo que hay. Conmigo eso no te hubiera pasado.
-¡Niall!
-¿Qué? Digo la verdad...
-Al cuerno, ya bajo yo.
Bajé y me tiré en el sillón, sobre Niall.
Harry hizo acto de presencia.
-Ah, con que ahí estás. Al final bajaste, ¿eh?
-No sería con tu ayuda, majo.
-Bueno...-dijo Liam, pasando por allí-Otra vez peleando... Ya se echaba esto de menos.
(...)
Entré en casa, pensando qué decirle a mis padres.
"Papá, mamá. Me voy a no sé dónde no sé cuántos días con aquel chico que me rompió el corazón y que hizo que estuviera a punto de morir de la agonía. Sí, con ese mismo. Es que estamos juntos de nuevo".
Harry no quería decirme adónde íbamos, ni tampoco cuánto duraría nuestra ausencia. Había intentando hacer que hablara por todos los medios que sabía, sin usar la violencia tampoco, pero él se lo callaba.
Nos íbamos esa misma tarde noche.
"-¡Ya pudiste haberme avisado con algo más de antelación!
-Menos quejarse y más hacer maleta.
Refunfuñé, aunque dejé que una sonrisa asomara en mis labios.
-Y, dime, ¿cómo sabías que te acabaría perdonando para organizar esto?
-Pues no lo sabía. De hecho, ya te dije que no lo creía posible, pero... Si no, pues se hubieran ido Louis y Bego. O Marta y Liam.
-O Niall y la nevera.
-Uh, sí. Es cierto."
No había nadie en casa, por lo que subí directamente a mi cuarto y saqué la maleta, a la que últimamente la había estado dando mucho uso cuando jamás la había usado en la vida, de debajo de la cama, la puse sobre esta, la abrí y, abriendo el armario, me dispuse a llenarla.
Reparé entonces en que no había huecos en las paredes. Las fotos de Harry habían vuelto a sus lugares correspondientes.
"-Cuando fui a hablar con tus padres, casi no salgo con vida.
-¿Qué hiciste qué?
-Hablé con ellos. Quería que supieran lo que pretendía y lo que haría si me salía bien. Al entrar, tu madre quiso echárseme encima. ¡Si no llega a ser por tu padre...! Temí por mí.
-¿Tuviste más miedo que con mi abuela?
-No tanto, aunque tu madre llegó a tirarme la plancha.
-¿Cómo se atrevió?
-Estaba enfadada y tenía la plancha a mano...
-Ya veo.
-Después de mucho hablar con ellos y convencerlos, subí a tu cuarto y vi tus fotos y que yo faltaba en ellas. El cajón de la mesilla estaba entreabierto y...
-No me digas. Las encontraste.
-Así es. Y las pegué de nuevo."
Sonreí, imagiándole con las fotos en la mano, decidiendo en qué hueco colocaría cada una.
Metiendo ropa aleatoria en la maleta (recordemos que no sabía dónde iba. ¿Haría calor? ¿Frío?) di con un jersey que pronto reconocí y que no había estrenado aún. Me lo había comprado hace tiempo pensando en Harry, pues tenía unas letras que decían "I like cats". Lo eché también en la maleta, aunque lo saqué para ponérmelo tras darme una ducha cuando acabara de hacerla.
Miré el reloj.
Tenía que darme prisa si quería estar con mis amigos un rato antes de irnos.
Me di una ducha rápida y vi, a la hora de coger el gel, el tan mítico gel de chocolate.
Le había prohibido a mi madre volver a comprarlo después de romper con Harry. Me recordaba demasiado a él. ¿Qué hacía un bote ahí? Quizá a mamá se le olvidó que estaba prohibido. Bah, qué más daba.
Igualmente lo acabé guardando en la maleta.
Me sequé el pelo con rapidez y, mientras me metía en los pantalones, me sonó el teléfono.
"Mucho tiempo sin ti".
"Harry, sólo ha pasado cerca de una hora desde que me fui".
"¡Mucho tiempo he dicho! Para lo que llevo esperándote, una hora es demasiado para mí".
"No seas tonto, vas a pasar conmigo las próximas emm... No sé, como no quieres decirme cuánto tiempo será, no puedo calcularlo..."
"Aunque te lo dijera, no sabrías calcularlo. No sabes matemáticas, ¿recuerdas?"
"¡Cuándo llegue, verás!"
"Miedo".
Reí mientras lanzaba el móvil sobre la cama y acababa de vestirme.
Adoraba la relación que Harry y yo teníamos ahora. La otra quizá fuera empalagosa, pero esta... No sé, me gustaba. Me gustaban estas peleas tontas que no nos llevaban a ninguna otra parte, mas que a los brazos del otro.
Cogí el móvil de nuevo.
"No tengas tanto miedo, si sabes que soy inofensiva, aparte de pacífica".
"Y mentirosa, también".
"Anda ya, ven aquí o envíame a alguien para que me ayude con la maleta."
"Enviaré a alguien aleatorio".
"Sorpréndeme".
Empecé a contar.
-Uno, dos, tres, cuatro, cinc...
Llamaron al timbre y bajé corriendo las escaleras, tan rápido, que no me dio tiempo a frenar y me choqué con la puerta.
La abrí.
-Con que alguien aleatorio, ya...
Abrió los brazos, esperando un abrazo que no tardaría en llegar.
-¿No te alegras de verme?
Sonreí y avancé para abrazarle.
-No sabes cuánto.
Reparó después en mi ropa y se rió bastante con lo de "I like cats".
-No va por ti, es sólo una forma de recordarme que me amo.
-Seguro.
Los dos bajamos la maleta por las escaleras.
-¿Se puede saber qué llevas? ¿Piedras?-dijo, haciendo ademán de abrirla.
-¿Y si las llevo, qué?-dije, agarrándole las manos-Son mías.
Me estaba poniendo de puntillas para besarle cuando la puerta de la calle se abrió y mis padres entraron por ella, seguidos por mi abuela.
-¡Pero si yo tenía unos padres!-dije, avanzando hacia ellos.
Harry no sabía qué hacer, puesto que no sabía si aún querían seguir matándolo o si, por el contrario, ya le habían perdonado.
-¡Y nosotros una hija!
-Y yo solía tener una nieta.
-Y la tienes, Abu. Y la tienes.
-Oh, pero mira a quién tenemos aquí...-dijo ella, agarrando con más fuerza el bolso y mirando a Harry.
-Abuela, no.-dije, molesta.
Agarré la maleta, le tomé a Harry de la mano y tiré de ambos hacia la puerta.
-Ya sabéis, me voy. No finjáis que me echaréis de menos porque todos sabemos que estáis deseando que me vaya, así que...
-¡Serás tonta! Por supuesto que te echaremos de menos.
Al final tanto papá, mamá y la abuela, todos a la vez, nos dieron a Harry y a mí un gran abrazo de oso, del que los dos pensamos que no saldríamos con vida. Después vino el típico discurso por parte de mi madre y mi abuela para Harry, diciéndole que me cuidara, que me vigilara que yo me pierdo muy fácilmente, que viera que hacía tres comidas al día al menos y que comiera, que no fuera ligera de ropa (esa fue la abuela)... Y el pobre se tragó el discurso en silencio, aceptándolo todo mientras yo pensaba lo que tenía que soportar por mí.
(...)
-Oh, vamos Louis, no llores...
-¡Lloraré si quiero, ¿vale?!
Me reí de él.
Estábamos en el aeropuerto.
Louis nos había traído a los dos y todos habían querido venir a despedirse.
Yo trataba de convencer en esos momentos a Louis de que no llorara (que en realidad no lloraba, pero ya le conocéis, todo lo que sea el dramatismo... Le puede. Recordemos que Louis es un gran actor con una gran carrera por delante) sobre el hombro de Bego.
-Yo no quiero que Harry se vaya...-decía contra el hombro de esta.
-Ah, claro, Harry y a mí qué me den, ¿verdad?
-Pues claro.
Niall intervino entonces.
-Ya sabes, te he metido los deberes en la maleta de Harry. Tienes que hacerlos todos los días porque cuando vengas veré si los has hecho y entonces, como vea que no, verás.
-Pero, ¿tú crees que voy a tener tiempo para hacer deberes de irlandés?
-Ya he hablado yo con Harry y me prometió que te dejaría en paz al menos unos quince minutos.
-¿Y yo qué deberes hago con quince minutos?
Antes de que Niall pudiera contestar, Marta y Bego se me tiraron encima, abrazándome.
-¿Y se puede saber qué vamos a hacer nosotras sin ti, eh?
-Pues sobrevivir. Veréis como vivís mejor sin mí.
-¡Por supuesto que no!
Oí que Zayn comentaba por ahí que se notaría nuestra falta.
-Sí, sobre todo porque sus peleas eran mejores que las telenovelas esas que ve Liam. No vamos a tener sobre qué cotillear si no están.
-Pues no había pensado en eso.
-Zayn, Niall, que os estoy oyendo...-dije mientras fingían asustarse.
-Será mejor que os vayáis ya-nos dijo Liam, después de darme una charla padre hija que nunca olvidaría-O quizá no lleguéis a tiempo.
Nos despedimos de todos dos veces y media cada uno y, cuando nos íbamos a ir, Nerea corrió y se abrazó a las piernas de Harry cual koala.
-¡No te vayas, Harry! ¡No te vayas!
Y se echó a llorar.
Debió de ser que Louis lo oyó y volvió a su papel dramático.
-¡No, no! ¡No dejes que se vaya, Bego! ¡No le dejes irse! ¡Qué vuelva! ¡Qué alguien le diga que vuelva! ¡Harry!
Yo me agaché y tiré de Nerea para soltarla, pero se había agarrado como si esa fuera la meta última de su vida y no había quien la quitara.
-¡Llevadme con vosotros! ¡Seré buena, lo juro! ¡Dormiré con vosotros y seré vuestra mascota! ¡O diremos que soy vuestra hija y que mi nombre es Darcy!
Al final conseguí arrancarla haciéndole cosquillas y, llevándola en brazos, pataleando con una furia inmensa, se la entregué a su hermana.
-Toma Bego, esto es tuyo.
-¡No, no! ¡HARRY NO! ¡NO TE VAYAS!
-Tranquila Nerea que te enviaremos una postal-dije, antes de despedirme de nuevo y echar a correr para llegar junto a Harry.
-Pero que sea bonita, eh-pude oír.
Finalmente les perdimos, dejándoles atrás.
-¡Al fin libre!-dije, pegando un salto e intentando hacer esa cosa tan maravillosa que veía en las películas de chocar los pies en medio del salto pero yo, pava de mí, no fui capaz y haciendo un ridículo espantoso.
Harry rió.
-Siento a veces lo que tienes que aguantar. De verdad. Te acabarás arrepintiendo de haberte querido ir conmigo a dónde sea que me lleves.
-No creo. Jamás me he arrepentido de nada que tuviera que ver contigo.
Enarqué una ceja.
-¿Seguro?
-Bueno, vale, exceptuando ese tema.
-El primer paso es reconocerlo.
-¿Y el segundo?
-Besarme.
-¿Y el tercero?
-Decirme adónde vamos.
-Creo que seguiré los dos primeros pasos.
-Eh, no-dije, poniéndole la mano en la cara para detenerle viéndole venir.-Los tres pasos son un pack indivisible. O tomas los tres o los dejas.
Me miró mal, como sólo él sabía, es decir, con esa mirada que quería decirme que intentaba odiarme, pero que no lo conseguía. Y que no llegaría a hacerlo nunca.
-No me has dejado ver los billetes, no me has dejado preguntar a los demás y no me lo quieres decir ahora ni quisiste. Para ser una persona que no soporta el secretismo, creo que he aguantado bastante.
-Está bien.-accedió.
Me dio la vuelta y me abrazó por detrás.
-¿Ves este panel de vuelos?
-Ajá.
-Adivina.
-Soy muy mala en eso.
-Inténtalo.
-Emm... Nueva York.
-No.
-Me rindo.
Rió cerca de mi oído.
-Prueba otra vez.
-Oh, vale. Mm, Venecia.
-No.
-China.
-Tampoco.
-Londres.
-Aquí ya estamos.
-España.
-No.
-Pues ya no hay más sitios. Me rindo oficialmente.
-¿Segura?
-¿Jamaica?
-No.
-Entonces ya sí que no hay-dije, mintiendo.
-Paris. Te llevo a Paris.
Me giré para mirarle.
-¿Y por qué elegiste Paris?-pregunté, con curiosidad.
-¿Acaso no es obvio?
Me eché a reír con todas mis fuerzas.
-¿No será porque es la ciudad del amor, verdad? A mí no me hace falta ninguna ciudad para quererte.
-Pillado.
-Creo que hay una serie de pasos que ibas a seguir hace unos momentos...
-Si esta vez no te opones, podré seguirlos.
Sonreí.
-No habrá oposición por mi parte.
Pero entonces dos chicas y un chico interrumpieron, preguntándole que si era Harry Styles. A mi me dieron ganas de decirles (ya que era la segunda vez en aquel día que nos interrumpían) que qué clase de personas eran si le veían y no sabían con certeza si era él, pero en vez de eso me fui a borrar el menú de un bar escrito con tiza, mientras Harry se echaba fotos con los susodichos de antes.
Harry vino a por mí en el mismo momento en el que el señor, seguramente dueño del bar o vete a saber qué, salía y veía lo que le había hecho con su cartel bonito de tiza, sustituyendo su menú por un "Cris quiere a Harry :D" y algún que otro corazoncito acompañado de un gatito muy mono, que dibujé con un trozo de tiza que me encontré en el suelo.
Tiré la tiza y salí huyendo, como persona valiente que era, y Harry me siguió, mientras los susodichos de antes sacaban fotos de la escena.
Nos detuvimos en la puerta de embarque y nos dio un ataque de risa que nos duró cerca de ocho minutos.
-¿Te ha gustado mi cartel?
-Demasiado. Yo me lo quería llevar...
-Si quieres vuelvo y te lo traigo, pero seguro que ya lo habrá borrado...
-No es justo.
-Sinvergüenza.
-¿Y has visto la cara que ha puesto cuándo lo ha visto?
-¡Sí! Pero porque le daba envidia de que no le hicieran carteles así.
Y otros ocho minutos riéndonos.
Mientras esperábamos para embarcar y Harry hacía no sé qué con el móvil, me puse a pensar y sin querer, sonreí.
-Mira, el vídeo de nuestra valiente huida ya está circulando por Twitter.-dijo, enseñándomelo.
-Somos unos cobardes.
-Yo corría porque tú lo hacías y me daba miedo quedarme solo.
Reí.
-¿Tú y yo, solos por Paris? Creo que suena muy prometedor. Jamás me he ido sola de viaje con nadie, ni con mis amigas, si exceptuamos, claro está, las Bahamas.
-Cuidaré de ti, ya lo verás.
-Sé que lo harás.
Una vez en el avión, me entró la risa porque a Harry le tocó sentarse al lado de un hombre ancho cual armario empotrado y con cara de no muy buenos amigos, el cuál tenía la ventana y yo me senté alegremente al lado del pasillo.
Había un niño con un matasuegras (qué leches haría un niño con un matasuegras en un avión en esta época del año) detrás nuestra y le gustaba soplar para extender el matasuegras y metérmelo entre el pelo.
Le pedí paciencia mentalmente a Dios, porque de sobra es sabido, por Harry, por Dios y por todos, que no soporto a los niños pequeños. Son algo superior a mis fuerzas, mientras que a Harry le encantaban e, incluso, le preguntó al niño que si no tenía otra matasuegra para él.
-Di que no, di que no, di que no...-dije, por lo bajo.
Al minuto, Harry estaba imitando al niño, con su matasuegras azul, metiéndomelo los dos por el pelo, para enredarlo más de lo que ya estaba.
Al despegar, pararon y pensé que el sufrimiento se habría acabado, pero todo fue una burda mentira organizada por el destino y continuaron los dos con la bromita del matasuegras.
-Harry, ¿por qué no se lo haces a él?-dije, señalándole con la cabeza al hombre armario empotrado que tenía a su lado.
-Porque es calvo.
-¿Tienes algo en contra de los calvos? ¿Por qué los marginas? ¿Sólo porque tú tienes pelo y ellos no?
El señor se durmió rápidamente y se apoyó en Harry, más concretamente en su hombro y yo le miré mal.
-Cris, ayuda.-me pidió Harry, desesperadamente, cuando vio que el hombre abría ligeramente la boca y quizá se viera bañado en babas.
-Ah, no, ahora te aguntas por lo del matasuegras.
-¿Matasuegras?-dijo el niño, metiéndome el matasuegras por el ojo.
Harry rió mucho con eso y más aún cuando le cogí el matasuegras al niño y se lo tiré al fondo del avión.
-Pues tengo más.-me dijo el niño, desafiante.
-Pues todos van a ir al mismo sitio como los coja.
El niño se metió cuatro matasuegras en la boca y sopló, haciendo gran ruido, pero el señor no se despertaba y Harry dijo que empezaba a notar algo húmedo el hombro.
Al final me decidí a ayudarlo y a quitarle el hombre de encima, pero más que nada porque me molestaba que el hombro tocara algo que era mío.
Al incorporarle, el señor se despertó, nos miró a Harry y a mí, se levantó y se fue.
El niño corrió y ocupó el asiento que había dejado libre.
Yo miré a lo que parecía su madre, para decirle que tenía un hijo muy pesado y estresante, que yo me iba con mi novio x días para alejarme del estrés y los pesados de nuestros amigos (con cariño, pero ellos saben que lo son) aparte de otras cosas y ahora tenía que aguantar a su hijo, pero se encontraba dormida, para desgracía mía y, para colmo, Harry y el niño hicieron buenas migas.
-Harry, no deberías llevarte bien con todo niño pequeño que vemos. No vamos a adoptar ninguno. Y mucho menos a este-dije, mirando al niño con todo el odio que podía profesar en una sola mirada.
-Me llamo Tom.-me dijo el niño.
-Pues hola Tom, este es mi novio y se llama Harry y tú, pequeño enano, me estás haciendo perder un tiempo precioso que podía usar en estar con él, ¿me entiendes? Así que ale, adiós.
Lo cogí en brazos y lo tiré sobre el asiento de atrás, el suyo.
Después me senté de nuevo y abracé a Harry, que reía.
Este viaje le estaba haciendo mucha gracia.
-Tienes celos de un niño pequeño.
-Tengo celos de todo lo que se acerque a ti. Te perdí una vez. No habrá una segunda.
Tom volvió al ataque y le bufé, se asustó y volvió a su asiento.
Asustado, no volvió.
El que sí volvió fue Armario Empotrado, pero al menos, ya no se durmió sobre Harry. Bueno, también es que lo llega a hacer de nuevo y, una de dos, o muere él, o muero yo (cosa más probable).
-Quiero hablar-dijo Harry.
-Te escucho.
-No, no. Quiero hablar contigo sobre... Quiero saber qué pasó exactamente en el Tour y lo que pasó después, a tu vuelta.
-¿Estás seguro de que quieres hablar de eso?
-Quiero saber qué te hice.
-Y te lo contaré. Todo, cuando estemos solos.
Metió la cabeza en mi pelo y me susurró un "Vale" al oído.
-¿Qué haces?-le pregunté.
-Hacía mucho que no olía este olor. Chocolate. En ti.
Reí y le abracé más fuerte.
No podía creerme, aunque sentía su cuerpo contra el mío, que de verdad le estuviera abrazando de nuevo, que él en verdad estuviera ahí, conmigo. Aún no lo asumía. Y, sobre todo, que me dirigía, junto a él, a Paris, solos.
Él, yo y el mundo.
Nada más.



Bueno, sé lo que diréis. El capítulo es corto y yo eso os lo reconozco, pero es por una buena causa. Si sigo haciendo los capítulos tan sumamente largos, nos quedaremos pronto sin novela, y no voy a permitir eso. Entonces, como ya he acabado los exámenes y, supuestamente, mi mala racha, los capítulos serán más cortos, pero subiré más a menudo. Capítulos más cortos, más intriga, más novela.
Hasta el 39, Youngers LLN
Cris Vila Jb (Tuenti)
@Cris_Jbieber