domingo, 19 de mayo de 2013

Capítulo 42


Hacía semanas ya que los chicos se habían marchado.
Semanas, desde que Harry se fue y se llevó mi mundo con él.
No sé a ciencia cierta cómo he podido sobrevivir hasta ahora.
Desde luego, no ha sido nada fácil y continúa no siéndolo.
No podía con ese vacío que Harry había dejado en mi vida. No había abandonado esta, pero estaba lejos, muy lejos y nada podía hacer que le sintiera cercano.
Sé que su intención había sido buena, pero llevarme a París para acostumbrarme a su presencia, tras perderlo por un tiempo, no era la mejor manera de prepararme para lo que se me venía encima.
Harry y sus sorpresas llenas de buena intención que siempre acababan conmigo al borde de una depresión. Qué cómico.
He estado todos los días en su casa, podría decirse que he hecho mi vida allí. Duermo, como y vivo allí. Sí, incluso cocino. Mucho tiempo libre y las palabras de Harry diciendo que podríamos irnos a vivir juntos me llevó a ponerme a sacar la cocinera oculta que debía de llevar dentro (sigue oculta, puedo asegurároslo) y bueno, no soy excelente, pero puedo hacer algo comestible. Para ser yo, ya es mucho.
Necesitaba mantenerme ocupada, así que me decicí y quise sacarme el carnet de conducir. Odiaba tener que depender de la gente para que me llevasen a todas partes, aunque no tenía coche propio, pero ya podría usar uno, que era más que nada.
Pero las clases de baile y el carnet no me mantenían tan ocupada como esperaba y necesitaba más cosas que me ayudaran a no pensar, básicamente en Harry, pero para que no me doliera su no presencia física. No porque quisiera olvidarlo.
Mis amigas ayudaban bastante.
Bego y Marta por supuesto que también echaban mucho de menos a Louis y Liam, pero no eran como yo, no habían pasado por lo mismo que nosotros y, por tanto, su relación era diferente.
Para ellas, hablar por teléfono con los chicos les bastaba de momento, a mí, oír la voz de Harry sin verlo, me encogía el corazón, pues me hacía extrañarlo aún más. Harry pronto se enteró de esto (no sé cómo narices se enteraba de todo) y me sorprendió haciéndome una llamada por Skype.
Bueno, no era lo mismo que tenerle a mi lado, pero al menos, le veía.
Recuerdo la primera llamada (porque a esa, le siguieron muchas)
-¿Harry? ¿Estás ahí? ¿Qué haces ahí metido? ¡Espera, te sacaré!
Él se rió.
-Estás loca.
-Sólo te echo demasiado de menos.
Se sorprendió mucho cuando le dije que estaba aprendiendo a conducir (aunque se sorprendió más cuando le dije que estaba aprendiendo a cocinar)
Me hacía llamadas cuando podía, pero para mí nunca eran suficientes.
Lo necesitaba a mi lado, ya no por nada en especial, sino para mantenerme yo con los pies en la tierra. Él siempre había sido quién me había sujetado el mundo y ahora, no había quién lo hiciera. Era mi principal consejero y defensor, mi punto de apoyo, el pilar fundamental de mi vida y ahora, debía aprender a sostenerme sin él.
Y supongo que tanto él como yo sabíamos que no iba a ser capaz de aprenderlo. Podía fingir que lo había hecho, pero nunca podría llevarlo a la práctica. Nunca podría sostenerme sin él.
Estaba muy susceptible y a la mínima me enfadaba. Aparte, me sentía vulnerable. Y odiaba con todas mis fuerzas sentirme así.
Cuando no estaba bailando o con el coche, quedaba con Marta, Bego y Sigrid y hacíamos cualquier cosa con tal de mantenerme ocupada. Una vez se vino Amber, pero le dijimos que era una reunión de novias que sufrían por la marcha de sus novios y que ella tenía ahí a Jey, a lo que nos respondió, muy chula ella, señalando a Sigrid.
-¿Y ella qué, eh?
Era verdad.
Se iba a formar una guerra cuando Jey la llamó y ella se fue corriendo.
Salvados por el hermano de Marta, uff.
Sorprendente fue el día en que Dean se presentó en la academia.
-¡Qué sorpresa verte! ¿Por qué siempre apareces cuando Harry no está?
-No lo sé, quizá para que vuelva a sospechar otra vez. Fue divertido.
Le di una colleja y nos reímos.
Pasamos todo ese día juntos y le estuve contando todo lo que se había perdido durante su ausencia.
-Así que Harry se ha ido. ¿Me necesitas otra vez?
-Si estás por aquí cerca...
-Pero si hablas con él, dile que soy yo, no vaya a ser que vuelva a venir de improvisto y me mate antes de preguntar.
-Oh, no le veo capaz de hacer eso.
Enarcó una ceja.
-Oh, sí, vale. Es capaz.
Poco después de que me instalara en casa de los chicos, Bego y Marta decidieron hacer igual.Sigrid se venía ciertos días.
A mí no me pareció del todo bien. Quería estar a solas con mis recuerdos y veía a mis amigas como una amenaza para ello. ¿Qué tenía de malo si quería encerrarme en mí misma esperando el regreso de Harry? Eso sólo me concernía a mí.
Pero no, ellas no estaban dispuestas a dejarme y eso, por una parte, las honraba.
"-Harry... Ya no aguanto más. Lo intento, de verdad lo intento, pero no puedo más.
-Espera un poco más.
-Pides demasiado.
-Hazlo por mí."
No podía.
Veía su cara en la gente que pasaba a mi lado en la calle, en farolas y papeleras, y ya no sabía qué hacer.
Londres sin Harry no era Londres.
Puede que esa fuera mi casa, mi hogar, pero sin él, no era nada, no era mi sitio. Me sentía totalmente desconectada con todo. Mi sitio estaba con él y dónde él estuviera, mi sitio sería.
Me sentía sola, aún en compañía.
Y mis intentos por conectarme al mundo no me hacían sentir mucho mejor.
"Fingir" Esa era la clave.
¿Así se sintió él cuando yo me fui de gira con Justin? ¿Era así también? Y si así era, ¿cómo aguantó? Ah, sí, Carly.
No había vuelto a verla desde Halloween y a Dios gracias.
Finalmente, un día me decidí y no aguanté más.
Cogí el móvil.
-¿Si?
-Necesito tu ayuda.
[...]
No iba a necesitar maleta, pensaba volverme pronto.
Sólo quería sorprenderlo.
¿No era lo que él siempre hacía?
Avisé en una nota de mis intenciones (explicarlo directamente quizá me hubiera llevado demasiado) me colgué mi mochila al hombro, tomé mi bolso con lo indispensable y cogí un taxi hasta el aeropuerto.
Me esperaban unas cuantas horitas metida dentro del avión. Lo único bueno es que no tenía que hacer transbordo. Al salir desde Londres, llegaría directa.
Esperé pacientemente sentada antes de embarcar.
Tengo que decir, respecto a eso, que cuando fui a París con Harry, la última vez que estuve en un aeropuerto, fue mucho mejor.
Resignada, pensando que dentro de poco le vería (¿qué cara pondría al verme? Quizá debiera grabarla) saqué mi libro de "Los Juegos del Hambre" y me dispuse a leer antes de montar en el avión.
Cuando una voz me avisó de que ya podía embarcar, yo estaba dibujando sinsajos en un cuaderno que me traje (por si se me ocurrían cosas o algo, una nunca sabe)
Por fortuna, esta vez no me tocó sentarme al lado de nadie raro, ni ningún calvo, armario empotrado, niño pequeño ni nada, sino al lado de, lo que parecía, una pareja joven americana que volvía de un viaje a Londres.
Pues mejor, así no me daban problemas.
Durante el vuelo, estuve leyendo, escuché música y escribí posibles canciones en mi cuaderno (mientras los muy cotillos de al lado intentaban espiarme mi cuaderno) ¿Quién sabe? Quizá alguna estrofa o algo pudiera servirles a los chicos para algo.
Cuando las piernas me empezaron a doler de tenerlas en la misma posición (recordemos que era un vuelo largo) pasé por encima de la parejita feliz y andé por el avión, pensando.
Quizá debiera de haberle dicho algo a mis amigas, si querrían haberse venido o algo así. Hubiera sido lo suyo que se lo hubiera dicho, pero... Quería sorprender a Harry. Y además, la idea había sido mía.
Sonaría egoísta, pero... Por amor, quién no lo era.
Volví a sentarme y seguí dibujando sinsajos, perfeccionando mi técnica (cada vez me salían mejor, todo hay que decirlo), hasta que la mujer me habló con un fuerte acento, quizá de Texas (quién sabe, ya sabéis que yo muy fina de oído no estaba) y, como la entendía a medias, le dije que si quería un dibujo, y, como dijo algo parecido a un "Yes", le di uno y tan feliz.
Con qué poco se conformaba la gente a veces.
Miré el reloj.
Buah, aún quedaba para llegar, pero llegaría a tiempo.
Lo habíamos maquinado todo a la perfección.
Sólo esperaba que no se fuera de la lengua y hablara, porque fastidiría la sorpresa.
Leí otro rato, hablé con la pareja feliz, que me preguntaban por qué iba a Estados Unidos (se ve que no me conocían. Mejor) así que les dije que iba a ver a mi novio, y la chica se puso a llorar diciendo lo bonito que era eso.
Yo le di un pañuelo, porque apunto estuvo de secarse con el dibujo que le hice.
Tras mucho esperar, aterrizamos.
Bueno, al fin estaba en Estados Unidos.
Un sueño hecho realidad.
Vi a Paul esperándome fuera.
-¡Paul! ¡Cuánto tiempo!
Empezó a soltarme un rollo impresionante sobre lo sorprendete que era la vida.
-Bueno, sí, Paul, yo también echaba de menos nuestras charlas filósoficas pero o nos vamos ya, o no llegamos.
Nos subimos en un coche, él al volante, por supuesto y siguió con su charla.
-¿Pero has venido sola?
Miré el reloj.
Había tardado 20 minutos en darse cuenta.
-Sí, claro. ¿O viste a alguien más conmigo?
-¿Y las chicas? Creí que también venían.
-No, sólo yo.
-Interesante.
-Sin duda.
Miré por la ventanilla lo que duró el trayecto.
Todo era igual que como me había imaginado, las calles, las tiendas, los semáforos... Todo.
Tendría que venir aquí y pasar más tiempo. Pero en otra ocasión, ahora no venía en calidad de turista, venía a ver a Harry.
Llegamos al recinto donde tendría lugar el concierto.
-Paul, ni una palabra a Harry de que estoy aquí, ¿me entiendes?
-No diré nada.
-Pero avisa de que estoy.
-Claro, como dijimos.
Me quedé por allí esperando, rezando porque Harry no apareciera y escuchando las voces, no muy lejanas, de las directioners que accedían al recinto.
Buff, había llegado a tiempo.
-¡Aquí estás!
Solté el bolso y este cayó al suelo cuando oí la voz.
Me giré.
-¡Niall!
Corrí hacia él y le abracé.
Al igual que a Harry, le había echado muchísimo de menos.
-Así que al final has venido.
-¡Claro que sí! Te dije que lo haría.
-¿Y los deberes?
-Eso ya no tanto...
Se rió.
-Me alegro mucho de verte.
-Yo también. Londres está vacía sin vosotros. Me mata estar allí.
Me pasó un brazo por los hombros y me atrajo hacia él.
-Ah, no pienses en eso, ahora estás aquí.
Sonreí.
-Sí, tienes razón.
-Y cuéntame, ya que no te has traído a las niñas. ¿Qué tal están?
-Oh, bien, bien. Bego y Marta lo llevan muy bien.
-¿Y Sigrid?
-¿Y Sigrid, qué?
-¿No me dices qué tal está?
-¡Ah, sí, claro! Perdón, no sé dónde tengo la cabeza... Está bien, también. Quedamos mucho con ella.
-¿Habláis en español?
-Sí.
-¿Y en irlandés?
-Ella no sabe.
-Habrá que remediar eso.
-¿Una nueva alumna en tu clase?
-Es posible.
Nos reímos los dos.
-Será mejor que me vaya yendo. No queda mucho para que esto empiece y se preguntarán dónde estoy. Mejor no arriesgarnos a que Harry me busque.
-Vale, ¿y yo qué hago?
-Tienes que ir a la cabina de sonido e iluminación.
-¿Me dejarán estar allí? ¿Sabrán quién soy?
-Yo ya les he avisado, pero sí, de todas maneras, sabén quién eres, Harry no para de hablar de ti.
-Vale, sólo dime cómo llegar.
-Tienes que ir todo recto por este pasillo, después verás tres puertas, vas por la de la derecha, sigues recto, tuerces a la izquierda, sales por...
-Espera, tengo aquí un cuaderno, me voy a hacer un mapa.
Me lo repitió, lo dibujé, le despedí de un beso en la mejilla y él desapareció por un pasillo y yo por otro.
Me perdí un par de veces, pero al final conseguí llegar, saludé a la gente que allí había y me puse en un sitio donde no molestaría.
Era un buen sitio este, se veía toda la vista, el escenario de frente y las gradas.
Me sonó el teléfono.
-Cris, ¿dónde estás? ¡En tu casa no hay nadie y en la de los chicos tampoco!
Ups, me olvidé de avisar a las chicas de que me venía.
-Bego, tranquílizate. Estoy en Estados Unidos y...
-¡¿Qué haces ahí?!
-Vine a ver a los chicos.
-A Harry, quieres decir.
No la respondí.
-Mira, te cuelgo, esta llamada cuesta mucho dinero, estoy bien, no os preocupéis, acabo de estar con Niall, ahora estoy en un concierto de ellos, luego veré a Harry y estaré allí pronto.
-Pero...
La colgué.
Quién sabe qué me aguardaría al volver a casa, ains.
Estuve leyendo algunas pancartas y riéndome por estas, hasta que empezó y los chicos salieron al escenario.
Ahí estaban Liam, Louis, Niall, Zayn y Harry.
Al fin estaba ahí.
Estuve bailoteando y cantando, para divertimento de los de sonido, hasta que acabó, me despedí, saqué el mapa y volví sobre los pasos que había hecho antes.
Niall estaba esperándome en el mismo sitio.
-Habéis estando espectaculares.
Él se rió.
-Siempre es mejor cuando lo dices tú. Ven, vamos. ¿Con ganas?
-No sabes cuántas.
Le seguí hasta el camerino.
Él entró primero.
-Eh, Harry.
-¿Mm?
Su voz.
-Hay alguien que quiere verte.
Abrió la puerta del todo y allí estaba yo.
-Hola.-dije.
Tardó unos segundos en procesarlo.
Los segundos que tardé yo en recorrer la distancia que nos separaba y abrazarlo.
Él estaba que no se recuperaba de la sorpresa.
Jamás pensó que yo pudiera presentarme allí, daba por sentado que estaba demasiado lejos y yo que no me atrevería.
Me subestimó.
-¿Qué... Qué haces aquí?
-¡Sorpresa!
¿Era sorpresa lo que leeía en su rostro... O era otra cosa? Fuera lo que fuera, muy pronto iba a descubrirlo. Y puede que no me gustara lo que averiguara.


Bueno, aquí estoy de nuevo, con la segunda temporada de Forever Young. Gracias por haber esperado tanto y tan pacientemente. Sé que el capítulo es corto, los siguientes serán más largos, este es sólo el principio de esta segunda temporada.
Como os prometí, volví nada más acabar mis estudios y eso he hecho. Nada más graduarme en 2º de bach, aquí me tenéis.
Gracias.
@Cris_Jbieber