domingo, 23 de diciembre de 2012

Capítulo 39


Aún quedaba para la Navidad, aunque aquí, en Paris, podía apreciarse que la ciudad ya se preparaba para ello. O quizá Paris fuera así siempre, ¿cómo podía yo saberlo? Era la primera vez que iba.
-Dame la mano. No quiero perderte.
Le sonreí a Harry mientras le agarraba la mano que me tendía.
Caminamos por el aeropuerto de Paris para recoger el equipaje. Estaba algo nerviosa, ya que suponía que se había corrido la voz de que Harry vendría y habría gente esperándolo, pero si la había, no nos vieron. Pasamos totalmente desapercibidos.
Una vez que tuvimos el equipaje, salimos del aeropuerto y nos metimos, casi automáticamente, en un taxi.
Pegué, prácticamente, la cara al cristal, contemplando las vistas que Paris podía ofrecerme mientras Harry empezaba una charla con el taxista. Quizá previamente debí haberle advertido a Harry que los taxistas eran peligrosos. Mucho. Les das cuerda y ya no callan jamás.
Y luego está mi pequeño percance con el taxista a mi llegada a Londres.
Sonreí.
Cuánto tiempo había pasado de eso.
Una mujer miró en mi dirección y la saludé, mas ella me miró mal.
Me sentó tan mal que me aparté de la ventana y me tiré sobre Harry, el cuál se hallaba muy concentrado intentando adivinar qué era lo que decía el taxista en su extraña lengua inventada, en la cuál mezclaba el inglés, el francés y puede que el hindú. O quizá fuera otra cosa, pero ya habíamos comentado antes que yo de oído no andaba muy fina.
-¿Qué dice?-le pregunté a los cuatro o cinco minutos en los que ambos le habíamos escuchado atentamente.
Harry le respondió en vez de contestarme.
-¿Qué le has dicho?
El taxista respondió.
-¿Qué ha dicho? ¿Por qué no me lo quieres decir? ¿Qué me ocultas?
Harry rió.
-No te oculto nada.
-¿Entonces?
-Es que ni yo le entiendo.
-¿Y entonces cómo es que le respondes?
-Le respondo lo que se me ocurre. Pero él parace feliz.
Y en verdad lo parecía.
-Si me está insultando, que lo haga en un idioma que entienda.-dije.
-Sí, seguramente será eso lo que esté haciendo.
-Ya decía yo que no me gustaban los taxistas.
-Eso no me lo habías contando.
-Tampoco me preguntaste.
-¿Y cómo iba yo a saber qué...?
-Calla y abrázame.
Sonrió y lo hizo.
El taxista nos miró por el retrovisor y después habló en su idioma incomprensible.
-Está celoso-le dije a Harry.-Mejor será que te suelte no vaya a ser que pare, me tire a una cuneta y se marche lejos, contigo.
-Eres una dramática.
-Lo que soy es realista. ¿Y si eso pasara, qué?
-Abriría la puerta y me tiraría.
-¿Con el coche en marcha?
-Si intenta secuestrarme... Dudo que parase entonces. No me quedaría otra.
-Imagínate que bloquea las puertas.
El taxista nos volvió a mirar otra vez y sonrió.
Me daba miedito, creo que se estaba enterando de nuestro plan en el hipotético caso de que quisiera secuestrar a Harry.
-Pues entonces... Tendrías que correr mucho para alcanzarnos.
-Te salvaría. Lo prometo.
-Sé que lo harías-dijo, besando mi mejilla.
El coche se detuvo entonces, el taxista se giró para mirarnos y dijo algo en su idioma extravagante.
-Creo que quiere que me baje. Al final nuestros temores eran ciertos.
Harry rió mucho con eso.
-Dice que ya hemos llegado.
-Espera, ¿qué le entiendes?
-Bajemos y te lo explico luego.
Bajé del taxi y me encontré delante de la puerta de un hotel muy parisino, pero cuando fui a girarme, Harry rápidamente me lo impidió.
-Prométeme que no te darás la vuelta.
-¿Pero por qué?
-Prométemelo.
Parecía ser que eso para él era importante, y a mí no me costaba nada complacerle.
-Te lo prometo por lo que más quiero en el mundo.
-¿Y qué es?
-Eres tú. Como si no lo supieras.
Me sonrió con aquella sonrisa suya, aquella sincera sonrisa suya que hacía tantísimo tiempo que no veía, aquella que puso cuando bailamos bajo la lluvia, cuando paseamos juntos por la playa un día antes del concurso, cuando le dije que quería a Niall, pero al que amaba era a él...
Mientras pensaba en esto, él pasó un brazo por mis hombros y, cargando con nuestras cosas, me condujo dentro del hotel, por lo que pasamos al hall. Intenté fijarme en todos los detalles y en toda la gente que por allí estaba, pero me fue imposible y me dejé arrastrar, de nuevo, por Harry, hasta la recepción.
Dejé que él se encargara de hacer los trámites necesarios y yo seguí con mi particular exploración. El hall estaba bien decorado, sin estar recargado en exceso, y había un contínuo tráfico de gente que entraba y salía por la puerta principal. La sala estaba inundada por el sonido de varios idiomas, en el que predominaba el francés (lo sé porque lo había estudiado durante tres años con decepcionantes resultados, pero...¿Y qué más queremos? Yo había nacido para hablar inglés), pero lograba identificar algunas frases sueltas en inglés e, incluso, palabras aisladas en español. ¿Habría compatriotas míos aquí? No me había parado a pensarlo mucho, pero en verdad añoraba España.
Un chico joven, vestido con un traje peculiar, se me acercó y me habló en francés, pero al ver mi cara de "¿Pero esto qué esssssss?", pasó al inglés, idioma que ya entendía algo más.
-Can I help you with you luggage?
-Y con lo que no es mi equipaje también-dije en español, pensando que no me entendería.
Él rió.
-Sería un placer.
Abrí los ojos desmesuradamente al oír una respuesta en un español casi más perfecto que el mío.
-¿Interrumpo algo?-dijo Harry, interrumpiendo en la escena.
-Oh, no, claro que no... Sólo dijo que si podía ayudarme con el equipaje.
El chico nos acompañó hasta la habitación, llevándonos las maletas mientras Harry me llevaba a mí a caballito.
-Si puedo hacer algo más por vosotros, tan sólo tenéis que decirlo y...
-Sí, sí. Vale, lo que quieras.-dijo Harry y el chico se fue por el pasillo, mirándonos raro.
Bueno, a mí me miraba bien, al que miraba raro era a Harry.
-Harry... No tuviste por qué decirle eso así al chico. No hizo nada malo. La culpa es mía por ir provocando. Si quieres enfadarte con alguien, hazlo pues conmigo.
-Nah, creo que voy a pasar. ¿Preparada?-dijo, señalando con la cabeza la puerta de la habitación.
-¿Y cuándo no?-dije, sonriendo, mientras miraba el número de la habitación, escrito con números entrelazados en negro sobre una placa dorada. 
El número era 317.
Abrió la puerta y me hizo pasar a mí primero.
Oí cómo su mano tanteaba por la pared hasta encontrar el interruptor de la luz. Finalmente, dio con él y el cuarto se iluminó.
Era una estancia muy acogedora y, desde luego, la clase de habitación que aparece en las películas cuando aparecen en estas hoteles de Paris.
Había una cama bastante grande, muebles, una televisión subida a un estante, una alfombra de tamaño considerable, dos enormes sillas de madera y un enorme ventanal que daba a la terraza (o eso suponía. Al menos, así era en las películas) cerrado, por eso fue por lo que el cuarto estaba tan oscuro cuando entramos.
Giré sobre mí misma, contemplándolo todo.
Harry había cerrado la puerta tras entrar él y me miraba sonriendo, cruzado de brazos.
-¿Te gusta?-preguntó.
Asentí.
-Hay que ver con qué poco te contentas entonces...
-Será por eso que te quiero a ti.
-¡Eh!
Le abracé.
-Ya sabes que es broma. Gracias por esto. Gracias por todo, en verdad.
Nuestra relación nunca había sido fácil. Primero, nos odiábamos. Aunque tampoco era odio, simplemente, no podíamos estar juntos en el mismo lugar. Y si lo estábamos, era un continúa lucha, peleas verbales a cada momento hasta que alguno de los dos acababa enfadado de verdad (que normalmente esa solía ser yo). Luego pasamos a soportarmos. Nos peleábamos, desde luego, pero a veces, Harry parecía humano conmigo, como cuando se responsabilizó de mí cuando mi borrachera. Yo luego correspondí a ese gesto cuando se peleó con Jeydon y este le hirió. Más tarde, él cambió de actitud. Ya no quería pelear, tan sólo me quería a mí. Y yo seguía enfrentándome a él por no enfrentarme a mis sentimientos, por no ser tan valiente como él y sacar la bandera blanca. Por no aceptar que yo también le amaba.
-No tienes nada que agradecerme. Si alguien tiene algo que agradecer aquí, soy yo.
-¿Ah, si? ¿Por qué?
-Por cambiar mi vida a mejor.
Le sonreí y me aparté, agachándome al suelo con mi maleta.
-Tu vida ya era buena antes de que yo entrara en ella.
Me cogió del brazo, me levantó y me hizo cruzar la habitación rumbo al ventanal.
-Lo sería, pero no estaba completa. Ahora sí lo está.
Cuando finalmente yo me rendí a mis sentimientos, estaba la inseguridad, el miedo, por el pasado de Harry. Nada, ni nadie, me aseguraban que yo sería la especial, y no otra chica más. Un recuerdo borroso en su mente. Una imagen no demasiado nítida en sus fotos. Una frase de un libro que él escribía día a día.
-Me alegro mucho de saber eso.
Me soltó el brazo y se dirigió hacia el ventanal.
Se dispuso a abrirlo, aunque primero tuvo que indagar un poco para saber cómo se abría.
-¿Te diste la vuelta al final o no?
-¡No! Te prometí que no lo haría. Y al prometerlo por ti, esperaba que eso te diera garantías de que sería fiel a mi palabra-dije, dolida en mi fondo por el que él dudara de mí.
Sonrió.
-Si ya lo sé, pero me gusta ver la cara que pones cuando te enfadas.
-No me enfadé-dije, sacándole la lengua.
-Sólo te molestaste. Crees que no, pero te conozco bien, a estas alturas de la vida.
-Bueno, ¿vas a abrir la ventana o necesitas ayuda?
Rió.
La abrió, corriendo previamente las cortinas, y yo emití un "oh" de sorpresa.
-Ven, acércate.
Así lo hice y los dos salimos a la terraza, con la vista puesta en la Torre Eiffel, iluminada. Se veía perfectamente desde donde estábamos.
-Supongo que ahora entiendes porqué quería venir casi por la noche. De haber venido por la mañana o por la tarde, esto no hubiera sido lo mismo.
Una vez que comprobé que esas cosas no me pasarían a mí, superada la prueba de su pasado con aquella chica de las Bahamas, todo fue bien, muy bien, al menos por una temporada. Calificaría esa temporada, sin lugar a dudas, como la mejor época de mi vida. Luego vino el Tour y, con él, los problemas. Primero, la desconfianza de Harry con su viaje a USA por Dean, aquel chico gay tan majo, que, por cierto, tendría que llamarle algún día, ya que, después del Tour, no había vuelto a saber nada de él, y después, nuestro distanciamiento. No fue voluntario, pero eso Harry no lo vio. Las peleas, apartacadas tiempo atrás en el pasado, volvieron y con su habitual intensidad. Rompimos y el odio volvió a nosotros. Y la pena me embargó, alimentando mi odio, aunque no hacia Harry, sino al echo de que no podía odiarlo. Y eso lo hacía todo mucho más difícil.
-No dices nada.
-Me he quedado sin palabras, lo siento.
Él me abrazaba por detrás, así que giré la cabeza y le miré.
Miraba hacia el frente, perdida su vista en el infinito (aunque no en el de mi espalda).
-Bonito, ¿verdad?-dijo, refiriéndose al paisaje.
-No sabes cuánto.
Entonces, se dio cuenta de que le miraba y rió.
-Así que te referías a mí.
-¡Toma, pues claro! No hemos hecho un viaje en avión para que te diga que un montón de hierros apilados es más bonito que tú. Pásame el móvil, quiero avisar de que hemos llegado bien.
-¿Acaso lo dudabas?
-Yo no, pero ellos sí y mucho. ¿A quién llamo?-dije, cogiendo el móvil que me tendía.
-A Niall, seguro que le hace ilusión. Cualquier cosa que tenga que ver contigo le hará ilusión.
¿Escondían sus palabras algún significado concreto o no ocultaban nada? ¿Era un simple comentario sin importancia o era algo más?
-¡Sí! Le echo de menos. Se hace raro no verle comer por aquí ni protestar por la hora de la cena. Le llamaré. Llama tú a mi madre.
-¿Qué? ¿Yo?
-Claro, que vea un poco de interés por tu parte, ¿me entiendes? Ya sabes, le rompiste el corazón a su hijita del alma, vas a tener que trabajar mucho para ser el yerno ideal que ella tenía en mente y se pensaba que eras...
-Lo que pasa es que después de la despedida que nos dieron, no te apetece hablar con ella para que te diga que te echa de menos.
-Ah, pillada. Va a ser verdad que me conoces.
-Mejor de lo que tú crees.
Se metió en la habitación para no molestarme mientras hablaba y yo me apoyé sobre la barandilla que, a pesar de tener puesto una chaqueta, me congeló el brazo.
-Un irlandés al habla.
-Qué saludo más propio, Niall.
-¡Cris! ¡Ahhhhhhhhhhh! ¡Eres tú!
Y se puso a fangilear un rato.
-¿Qué tal? ¿Qué pasa? ¿Llamas para pedir que vayamos a rescatarte?
Reí.
-Oh, no, no. De momento, no tengo motivos para ello.
-Bueno, por si acaso, ya sabes. Que ya me conozco a Harry.
-Está bien. ¿Qué tal por allí?
-Pues... Lego y Miam se han ido juntos por ahí, cena de parejitas, ya sabes, y aquí estamos Zayn, Nerea, Isa y yo, en casa. Los solteros, vamos.
Reí.
-Bueno, pues hacer vosotros otra cena de parejitas.
-Es que también tenemos a Pepa y entonces ella se nos queda sin pareja. Pobre, y luego Louis se entera y nos pega.
-Ah, no me habías dicho que Pepa también estaba con vosotros.
-Sí, y creo que tiene hambre, porque se está intentando comer a Zayn.
-Entonces es de los tuyos.
-Eso parece, aunque no sé si eso a Louis le haría mucha gracia...
Los dos nos reímos.
-¿Y las chicas que tal están?
-Isa está aquí, bien, intentado evitar que Pepa se cene a Zayn y Nerea está viendo la tele, a todo esto, ajena a la situación. Sigue profundamente enfadada porque no la habéis llevado con vosotros.
-Ay, pobrecilla. Pero tiene que entender que no podíamos traerla con nosotros. Daremos gracias si Harry es capaz de cuidar de mí, como para cuidar de una niña pequeña.
-Nosotros le dijimos que era una especie de luna de miel y se enfadó aún más.
-Normal, si es que menuda cosa le fuisteis a decir.
-Fue Louis. Las culpas, a él.
-Siempre es Louis el que tiene las culpas en vuestra casa, ¿eh?
-Es lo que hay. Que dice Nerea que si ya tenéis su postal.
-¿Qué? ¿Qué postal?
-Creo que le prometiste una postal. O no sé, yo estaba muy entretenido despeinando a Zayn cuando tu dramática despedida.
-¡Ah, ya! Es verdad. Dile que no, que no hemos tenido tiempo, pero que no se preocupe, que le llevaré la más bonita que encuentre.
-Dice que más te vale.
-En fin... ¿Y tú qué tal?
-¿Yo? ¿Te preocupas por ti?
-Sí, la verdad, no sé por qué no te traje metido en la maleta...
-Porque Harry me hubiera mandado de vuelta a Londres de una patada.
-Pues también es cierto.
-¿Y tú? ¿Qué tal estás?
-Yo, bien, bien. Bastante bien, diría yo. Aquí, hablándote desde una terraza con vistas a la Torre Eiffel.
-Cómo vives, ¿eh?
-Lo mío me ha costado. Tengo que dejarte. Ya te llamaré, ¿vale?
-Sí, llama tú, porque no sea que yo llame e interrumpa algo importante...
-¡Niall!
-¿Qué? Yo decía la búsqueda de la postal de Nerea.
-Ya, claro.
Nos despedimos y entré en la habitación, para ver a Harry sentado en una de las descomunales sillas de madera.
Su mirada estaba fija en una de las paredes. Estaba como pensando en algo, pero, al verme aparecer, me tendió una mano y abandonó esa cara seria por una más alegre.
-¿Te pasa algo?-dije, mientras le tomaba de la mano que me extendía y me dejaba arrastrar hacia él.
Me hizo sentar encima suya.
-No, claro que no.
Le pasé el brazo por detrás y empecé a tocarle el pelo.
-¿Seguro? ¿Te dijo algo malo mi madre o algo?
-No, seguro. Se ha sorprendido mucho cuando ha descubierto de quién era la llamada, pero más me he sorprendido yo cuando me ha cogido el teléfono tu abuela.
-¿Qué? ¿En serio? ¿Y qué te dijo? No me digas. Te intentó golpear con el bolso hasta que se dio cuenta de que no podía.
Rió.
-No me dijo mucho, más o menos algo parecido a lo que me dijo antes de que nos marcháramos.
-¿Y mi madre?
-Más de lo mismo. ¿Y Niall? ¿Qué se contaba?
-Pues que Lego y Miam se han ido de cena de parejitas y se han quedado Zayn, Isa, Nerea y él en casa. Ah, y Pepa, que estaba intentando comerse a Zayn. Y dice que Nerea sigue enfadada con nosotros por no traerla.
-Ay, qué niña...
-A mí me lo vas a decir.
-Olvidémonos de ellos por un rato, ¿nos vamos?
-¿Adónde? No nos conocemos la zona.
-¿Y desde cuándo nos ha importando eso? ¿Acaso tienes miedo de perderte conmigo?
-Claro que no tengo miedo. Vámonos.
Y ahí me encontraba yo, caminando en otoño, por Paris, de noche, con Harry a mi lado.
No nos conocíamos la zona, ni a la gente que allí había, ni las tiendas que pudiéramos encontrarnos.
Pero no nos importaba en absoluto. Él era lo único que yo conocía aquí y yo lo único conocido por él. Estábamos solos, lejos de los nuestros, pero nosotros dos, juntos, formábamos nuestro propio mundo.
Llevábamos caminando un buen rato, cuando él preguntó.
-¿Por qué sonríes? Me he estado fijando, y llevas todo el camino sonriendo.
-Intento no hacerlo, pero es recordar que camino contigo y me sale solo.
Me pasó un brazo por los hombros y me estrechó contra él.
-¿Sabes? A veces me pregunto cómo cabe tanto amor en un cuerpo tan pequeño.
-Soy pequeña de cuerpo, no de corazón.
-¿Y desde cuándo eres tan empalagosa?
-¿Empalagosa yo? Ya quisieras tú, ya.
Una señora paseaba tranquilamente con su perrito y este, cuando me vio, se puso a ladrarme como si su vida dependiera de ello.
-Creo que sabe que eres el enemigo.-dijo Harry.
-Maldito perro. ¿Se lo llevamos a Pepa? Haría buena pareja.
-No sé yo qué diría Louis sobre eso...
-¿Y a Louis quién le dio vela en este entierro? Pepa es de Bego y Louis, también.
La señora se cansó de que el perro me odiara, así que lo cogió del suelo y se lo metió dentro de un inmenso bolsillo del abrigo.
Nos olvidamos pronto del perro y seguimos con nuestro paseo.
Se empeñó con fervor en que cenáramos por ahí y le dejé elegir con libre albedrío el sitio, ya que a mí eso poco me importaba.
Mientras volvíamos al hotel (o lo intentábamos, ya que me había hecho preguntarle a tres personas por la dirección del hotel, ya que a él "le daba vergüenza". No sé si en verdad era algo tímido con la gente mayor o es que sólo quería reírse de mí al ver cómo intentaba comunicarme con gente que no me entendía y no pretendía hacerlo) me pidió que le contara sobre lo que en el avión no le quise decir.
-Pero, ¿qué quieres saber exactamente?
-Quiero saber qué te pasó cuando te fuiste al ver a Carly.
-¿Quieres decir cuando me encontraron tirada en el césped del parque bajo la lluvia?
-No, eso ya me lo contaron. Lo que pasó durante el Tour, la parte que Zayn pasó contigo.
-¿No le pudiste preguntar a Zayn?
-Lo hice, pero él dijo que, si querías contarlo, era cosa tuya y no suya el hacerlo.
-¿Es que crees que hubo alguna clase de acción entre Zayn y yo? ¿Por lo que te dije que había estado practicando en desabrochar botones de pantalón?
-No pregunto por eso, pero si quieres contármelo...
Reí negando con la cabeza.
-No pasó nada de eso entre nosotros, ni durante el Tour ni durante el tiempo que estuvimos saliendo. Esa clase de acción sólo la tengo contigo. Pero, ¿para qué quieres remover el pasado?
-Necesito saberlo.
Y se lo conté. Todo. Cada pensamiento que tuve, cada acto que realicé, no escatimé en detalles. Cuando lloré, le conté lo que escondía cada lágrima, el saber que me había sacado de su vida, cómo me lanzaba contra la pared buscando un dolor físico tratando de apartar de mí el dolor que sentía en el pecho al sentir el corazón roto... Le hablé de cuando Zayn me dijo que él había estado en el concierto, de que le busqué por allí y no le encontré. De lo que me dolió que no se acercara a hablarme, aunque fuera para gritarme o despreciarme. Que yo sólo quería verle una vez más.
-Fui a verte a ti, expresamente. Llevaba mucho tiempo sin verte, sin saber de ti, salvo algunas cosas que me llegaban sueltas... Y me emocioné bastante al verte saltar sobre el escenario y sonreír y bailar como si nada hubiera pasado.
-Las actuaciones de cada noche eran el único momento del día en los que me concentraba en lo que tenía que hacer y no en lo que sentía. No lo hacía más fácil, pero sí más llevadero. O, al menos, lo intentaba...
-Yo... Lo siento. De verdad, lo siento.
-Yo no. Contigo estoy aprendiendo lo que la vida me habría enseñado de igual manera. Dejemos el pasado en el pasado y olvidemos.
Entramos en el hotel y el botones estaba por allí y nos saludamos.
-¿Qué te traes con ese?
-Pues enamorarme, vivir en la casa que tenga aquí él en Paris, tener hijos y envejecer juntos. ¿Pero tú eres tonto?
Se rió.
-Me gusta cuando te pones así.
-Ah, y a mí me gusta cuando desconfías de mí. En serio, es taaaaaaaaaaaan genial, que no puedo esperar a que lo hagas otra vez.
Me abrazó.
-Ah, no, no, ahora no vengas con abracitos que nos conocemos.
Él se reía.
En verdad se lo pasaba en grande cada vez que conseguía ponerme de esa manera.
Subimos en ascensor (tuvo de nuevo que insistir en que debía superar mi miedo. Soy claustrofóbica) y, cuando bajamos de este, me cogió en brazos rápidamente y avanzó por el pasillo.
-¿Qué clase de acción era la que decías que guardabas sólo para mí?
Le sonreí.
-Eres un pillo, Harry Styles. Pero eso me gusta.
A la mañana siguiente, me revolví, incómoda, ante tanta luz colándose por la ventana. Mucho dirían la gente de los españoles, pero al menos nosotros habíamos sido lo bastante inteligentes como para inventar las persianas.
Abrí los ojos.
La ventaja de no tener persianas, al menos, era la maravillosa vista de la Torre Eiffel que podía contemplar tumbada en la cama.
Me giré y extendí el brazo, buscando el contacto de Harry, pero mi brazo cayó sobre el colchón.
-¿Harreh?
Miré bajo la almohada y las sábanas, al lado de la cama por si se había caído e incluso debajo de esta, por si se cayó y rodó bajo la cama, pero nada, no di con él.
-¡Harry!
Lo llamé con mayor insistencia.
¡Se fue! ¡No estaba! O se había ido por su propio pie o me lo habían robado.
Corrí por la habitación, llamándole, teniendo más miedo por pensar dónde estaría él que por pensar en que estaba sola en un país extraño.
La puerta del baño se abrió y Harry apareció con el pelo empapado y una toalla blanca enrollada en la cintura.
-¿Pasa algo, Cris?
-¡Harry!
Me tiré contra él y le abracé.
Estaba mojado, por lo que yo también me mojé, pero no me importó.
¡Había pensando tantas cosas desagradables en esos escasos tres minutos y medio! Que si se había ido sin mí y me había abandonado por lo que pasó con el botones, que si el taxista había venido a secuestrarlo, que si el botones se le llevó... Disparates, cosas imposibles, pero incluso lo más absurdo e impensable, cuando tenemos algo que perder, puede volverse real.
-Me desperté y no estabas y bueno... Me asusté.
Sonrió mientras me estrechaba con un brazo.
Con el otro sujetaba la toalla.
-Sólo me estaba duchando. No iba a dejarte aquí sola.
-¡Ah, bueno! Sabiendo eso...
Le solté y me di la vuelta para ir hacia la maleta, pero él me agarró del brazo antes de que pudiera ir muy lejos.
-Ven conmigo.
-Ya me duché ayer antes de venir.
-Pero no conmigo.
-Ah, lástima. A ver estado.
-Ah, no. Ahorremos agua.
-¿Desde cuándo te preocupas tú por ahorrar?
-Desde ahora mismo.
-Anda, termínate de duchar que vas a coger frío.
-Vale.
Tiró de mí, me atrapó, cerró la puerta del baño y se metió en la ducha, conmigo como prisionera.
-¡Harry no, que mueres!
-¿Muero por qué?-dijo, abriendo el grifo.
Se me empapó el pelo.
-¡Porque te mato!
Conseguí salir con vida de la ducha, aunque empapada y le quité la toalla.
-¡Eh!
-¡Yo la necesito para el pelo!
-¡Y yo también!
-Pues yo voy antes.
Me enrollé la toalla en el pelo y me senté en el suelo.
Abrí la maleta y me puse a rebuscar qué podía ponerme.
Oí el sonido del secador y, minutos después, Harry salió del baño, vestido para variar.
-¿Qué haces?
-Busco qué ponerme.
Fue a quitarme la toalla de la cabeza y le bufé, haciendo ademán de morderle.
-Estás agresiva hoy, ¿eh?
-Normal, con el susto con el que he despertado y luego la ducha... A los gatos no nos gusta el agua. Tú bien deberías saberlo.
Seguí buscando algo que ponerme.
-¿Por qué te has traído zapatillas de estar por casa?-preguntó.
-¿Qué? Esto no son para estar por casa. Son botas normales.
Me había traido un par de mis fieles botas "Uggs", que eran bien calentitas y yo solía ser muy friolera. Alguna vez yo también las califiqué como zapatos de estar por casa.
-Sí que lo son.
-No.
-Sí.
Y así seguimos un rato.
-¡Serán zapatillas de andar por tu cara como no te calles!-dije, tirándoselas, mas él las esquivó, riendo.
Estas, estas eran las peleas que recordaba que tanto me gustaban.
-Vale, vale. Ya me callo.
-Al fin. Me ha costado.
Una vez que me vestí (y me sequé el pelo) y desayunamos, me hizo salir del hotel, diciendo que tenía un plan. Yo confíaba en él, aunque sus planes me daban miedo.
Nos llevó bastante rato, pero, usando el transporte público (en el cuál siempre tenía que pedir los billetes yo...Según él, tenía una idea del francés, pero yo tenía que mejorar) conseguimos llegar a Notre Dame.
Estuve fangileando bastante rato porque "El Jorobado de Notre Dame" había sido siempre una de mis películas favoritas y ahora estaba allí. Luego estuve otro largo rato dándole las gracias a Harry por traerme aquí.
-¡Vamos a buscar a Quasimodo, Harry! ¡Vamos a buscarlo!
-Dudo que lo encontrem...
-¡A BUSCARLO DIJE!
Notre Dame era muy bonita, pero me decepcionó el no encontrar a Quasi, a pesar de que lo llamé y lo llamé. Harry se rió bastante de mi decepción.
Comimos por allí y pasamos la tarde por la zona, paseando y de aquí para allá, sin parar.
Agradecí cuando, al caer la noche, nos dejamos caer en el hotel. Pero fue sólo para cenar porque después Harry insistió en salir otra vez y pasear por la Torre Eiffel y sus alrededores.
Estaba muerta, pero así accedí.
Verle caminar con una sonrisa en la cara bien valía darle una paliza al cuerpo, aunque luego me doliera todo.
Y fuimos, como él quería y allí estábamos, debajo de la Torre.
Sabíamos que se podía subir, ya que había un restaurante y vete a saber qué más habría, pero sabía que él no lo sugeriría porque sabía que yo tenía un terrible pánico a las alturas (ya sólo era cuando me subía a su espalda y ya tenía vértigo...).
-Quiero un universo contigo, porque un mundo se me queda pequeño.-dijo, de repente.
Yo no contesté por unos segundos.
-¿Sabes qué quiero yo?
-Mm, ¿qué?
-Una eternidad contigo porque una vida a tu lado es poco para mí.
-Bego-
Ya hacía casi un día que Cris y Harry se habían marchado.
La cena con Marta y Liam había sido muy divertida, pero para esta noche no tenía ningún plan, salvo quedarme con Nerea y Pepa en casa, ya que mis padres se habían ido de nuevo de visita a ver al tío Ralph y Niall le había dicho a Isa que fuera para allá con ellos a ayudar a hacer una pancarta para cuando estos dos volvieran.
A mí también me lo dijo, pero si no nadie podría quedarse con Nerea y no queríamos llevarla, porque le prendería fuego a la pancarta o algo peor. Aún seguía enfadada con ellos dos.
Cenamos las dos y, después, fuimos al salón, donde puso una de las infinitas películas de Barbie. Mientras tanto, yo me puse con el móvil, a falta de algo mejor que hacer.
La película iría por la mitad, más o menos, cuando oímos a Pepa ladrar fuera.
Segundos más tarde, sonó el timbre.
-Abre tú, que la peli está de lo más interesante.
Puse los ojos en blanco, mas me levanté del sillón y abrí la puerta, para encontrarme a Louis tirado sobre el felpudo con Pepa encima.
-¿Lou?
-¡Beg...!
Pepa le chupó la cara, interrumpiéndole.
Logré quitársela de encima y él se levantó.
Entró en casa (dejamos a Pepa fuera) y pasamos al salón.
-¿Qué ves, Nerea?
-Una película de Barbie.
-Ah.
-¿No te gusta?
-No es mi estilo.
-Pues mola mucho.
De nuevo, como aquella vez, ambos nos sentamos en el sillón y nos pusimos a hablar mientras Nerea veía su película y, como aquella vez, volvió a quedarse dormida. Normal, es que no había quién aguantara dicha película.
-¿La subo?
-Vale, iré a abrirle la cama.
Así lo hice y él subió con ella en brazos y la acostó.
Salimos de su habitación y cerramos la puerta.
-¿Y ahora qué...?
Sus labios callaron los míos.
Me besó de una manera diferente, más pasional.
Habíamos esperado bastante tiempo, pero ya era hora.
Ya estaba segura.
Le besé de la misma manera y, mientras le pasaba los brazos por el cuello, me subí a sus caderas de un salto.
Lou retrocedió hasta entrar en mi habitación.
Y, una vez allí, cerró la puerta con el pie.


Lo primero de todo, decir que siento el retraso. Y cuando digo que lo siento, lo siento de verdad. Bien sabéis que yo siempre he sido fiel a la hora de subir, pero últimamente no he podido serlo tanto. Pido perdón.
Lo segundo, decir que, por ciertos motivos, perdí totalmente la inspiración. Era incapaz de escribir absolutamente nada. Estaba bloqueada. Totalmente. Cuando comencé a escribir este capítulo, al principio me costó bastante, pero luego me fui soltando y recuperando mi antigua manera de escribir, aunque, según mi parecer, creo que aún me queda un trecho del camino para ser como era antes. Bueno, Nobody´s perfect (salvo Zayn y compañía, ya vosotrah sabéih lol).
Lo tercero, deciros que no, que Forever Young no acaba aquí. Aún nos queda para rato.
Lo cuarto, deciros que no, que tampoco. Haylor no acabará con Forever Young. No tengo nada en contra de Taylor, siempre fuimos grandes amigas (e incluso escribí este capítulo escuchando su cd RED), pero no apoyo Haylor, únicamente apoyo la felicidad de mi ídolo. Además, Forever Young es la única manera que tengo de hacer a Harry mío, y no voy a renunciar a eso ni por nada, ni por nadie. Y a las que me diréis de todo por no apoyar Haylor os diré que ser fan de alguien no significa que tenga que parecerte bien todo lo que hagan. Se llama tener "personalidad" y, sobre todo, "criterio".
Y quinto, aunque no por ello menos importante. Quisiera dedicarle este capítulo, que para mí es tan especial ya que supone mi vuelta a la escritura (¡yujú!) a @LiamSpainFans, porque, a parte de ser una younger, se lo merece. Que este detalle tonto la haga sonreír, aunque sea una vez más.
¡Ah, y se me olvidaba! Qué cabeza la mía, Dios. Sexto. Mis novelas. Os voy a poner aquí los links de todas mis novelas de 1D para que, quién no las haya descubierto, pueda hacerlo. Tengo más de McFly y de Justin, pero esas ya tendréis que pedirlas (;
http://aslongasniallhoranlovesme.blogspot.com.es/
http://iwanttomarrythenight.blogspot.com.es/
http://ourownvampirestory.blogspot.com.es/
Y aquí os dejo mi ask, para cualquier cosa que querías preguntar, sobre la novela, sobre las próximas novelas que vendrán, firma de libros (?), cuándo leches se acabará este comentario y me moriré... ¡Exacto! Todas esas preguntas a las que queráis poner respuesta.
http://ask.fm/CrisBieberHoranStyles
Ahora sí ya, me despido.
Sinceramente vuestra,
@Cris_Jbieber