domingo, 29 de abril de 2012

Capítulo 4


Entré en mi casa dando un portazo.
-¿Cris?-dijo mi madre, asomando la cabeza desde la puerta de la cocina.-¿Estás bien?
-¿Yo? Perfectamente.
-¡Ah, bueno! Entonces ven a comer.
Suspiré.
Mi madre era incapaz de darse cuenta de que, verdaderamente, algo me ocurría. Vivía en su mundo de inocencia que yo no iba a destruir. No sería capaz de ver que algo me pasaba ni aunque llevara pintando en la frente “¡Eh! Algo me pasa. ¿Quieres saberlo?”.
Sin ganas, me dirigí a la cocina y me dejé caer sobre un taburete (misteriosamente, estos habían vuelto a la vida).
Con el tenedor, pinché distraídamente los espaguetis, mientras miraba el plato con aburrimiento.
-Pues tu padre y yo hemos estado dando una vuelta, ¡y menudo barrio más bonito es este! La pena es que la mitad de las casas están vacías.
-Ya te lo dije, ma.
-Bueno, esperemos que pronto se llenen y tengamos más vecinos.
¿Para qué? ¿Para que sean como Harry?
-No creo, ma. Con esto de la crisis, la venta de los domicilios ha caído un setenta por ciento…
-¿Y tú cómo lo sabes?
Señalé con la barbilla el periódico que papá leía.
En la primera plana, en grande, ponía “La crisis hace caer la venta de domicilios un setenta por ciento, una cifra que pone los pelos de punta…”.
-No sé, ma. Puedes llamarlo intuición femenina.
Ella puso los ojos en blanco.
-Tú y tus tonterías… Bueno, cuéntame, ¿y ese chico de antes?
-¿Cuál? ¿Louis?
-Sí.
-¿Qué le pasa?
-¿Es hermano del rubio del otro día?
-No. Para tu información, el rubio se llama Niall y junto con otros tres chicos y Louis, forman una banda. Y todos viven en la misma casa.
-Ah, vaya. ¿Y dónde has estado esta mañana?
-Con ellos, en su casa.
-¿Haciendo qué?
-No te ofendas, pero no es de tu incumbencia.
Entrecerró los ojos.
-El secretismo no te va a llevar a ninguna parte.-me dijo.
-Ni tampoco quiero. ¿Desde cuándo quieres saber todo lo que hago? Estoy viva, ¿no? Pues eso es lo que importa. Ahora, si me disculpas-dije, apartando el plato y levantándome de la mesa-Me voy a mi cuarto.
-¡No! ¡Siéntate ahora mismo!
No la hice caso y salí de la cocina.
-¿No le vas a decir nada?-dijo, dirigiéndose a mi padre.
Este apartó la mirada del periódico.
-¡Eh! Si tantos amigos tienes diles que se pasen por aquí a echar una mano colocando muebles y demás.
-¡Eso no es lo que quería que le dijeras!
-Era lo único que tenía que decirle.
Resoplé y me subí a mi habitación.
Miré mis miles de discos apilados en un rincón. Al final, no habíamos tenido tiempo de colocarlo todo.
Me puse a buscar entre ellos y saqué Above the Noise de McFly. Mientras lo ponía y dejaba que End of the World inundara con su ritmo mi cuarto, me dejé caer sobre la cama.
Iba a ser una tarde muy larga hasta que me reuniera con Niall.
De pronto, recordé que aún no había logrado descubrir el significado de aquella frase en irlandés que dijo aquel primer día.
¿Habrían contratado ya mis padres internet?
Bajé corriendo y vi un router en la estantería de encima de la tele en el salón.
¡Bien! ¡Sí lo habían hecho!
Corrí de vuelta a mi cuarto y saqué el portátil de la funda. Me senté en la cama y me lo puse sobre las piernas.
Después de un rato de pelearme con el internet, dado que mi ordenador no se quería conectar a la red y algún que otro problema técnico, conseguí entrar en Google y buscar un buen traductor que pudiera traducirme la frase. Como no lo encontré, me tocó ir buscando el significado palabra por palabra. Fue difícil, dado que no sabía cómo se escribían, pero finalmente conseguí tener el significado de todas las palabras y pude leer la frase en español.
“Cailín álainn poor caillte”, significaba “pobre muchacha hermosa perdida”.
¡Oh! ¡Niall pensaba que era bonita! Tendría que ir a verle y decirle, personalmente, que estaba muy miope si pensaba de esa manera.
Cerré el portátil y miré el reloj de Scooby-Doo que me dieron en el Telepizza cuando era pequeña. ¡Casi era la hora que habíamos acordado! Esto de traducir irlandés me había llevado bastante tiempo. ¡Pero había sido muy divertido! Quizá debería decirle a Niall que si me enseñaba algo de irlandés.
Abrí el armario y descubrí, con disgusto, que toda mi ropa estaba tirada y todas las perchas vacías. No me había acordado de colocarla y ahora no sabía qué ponerme y me estaba quedando sin tiempo. ¡Demonios! ¿Por qué era tan dejada? Ah, no, que es porque estaba con Louis y no podía perder el tiempo con nimiedades como esta…
¡Y todo estaba arrugado! Bah. Me decanté por unos vaqueros, una camiseta que decía “Attention Because I bite”, (Cuidado, que muerdo) por si a Harry se le ocurría alguna de sus magníficas técnicas, una chaqueta universitaria americana roja y blanca con una B grande en negro y unas manoletinas negras.
Me metí al baño y me puse alguna que otra pulsera y dos de mis indispensables coleteros. ¡Ah, sin ellos no sé qué sería de mi vida…! Por último, me eché de mi querida colonia “S” de Shakira (esta chica se curró el nombre de su colonia…) y salí por la puerta sin despedirme de mis padres.
Esta vez no lo pensé y salté el muro que separaba la casa de los chicos de la mía. Bien. Aún seguía en forma después de tantos años sin practicar. ¡Y decía mi madre que me había echado a perder! Bah, qué sabrá ella.
Llegué y llamé al timbre.
Liam me abrió.
-Buenas tardes, Cris.
-¡Igualmente, Liam!
Me dejó pasar y me acompañó al salón, donde solo estaba Zayn.
-¿Dónde están los demás?-pregunté.
-Se están vistiendo.-me respondió este.
-¿Y eso?
-Pues es una larga historia…
-Creo que tengo tiempo para escucharla.
-Bueno…Pues…
Cuando iba a empezar a narrarme tan emocionante relato, un Niall salvaje bajó por las escaleras.
Llevaba puesto unos pantalones marrones sujetos con un cinturón marrón oscuro, una camiseta de manga corta roja con un corazón en pequeño donde debería estar el suyo y unas deportivas azules.
-¡Niall! ¡No te lo vas a creer!-dije, yendo hacia él.
-¡Cris! Bueno, un buen amigo mío me enseñó a creer en los imposibles.
-¡Ya sé lo que significa lo que me dijiste en irlandés!
Zayn y Liam nos miraban a los dos.
-Nos hemos perdido…
-¡Ah!-dijo Niall-Pensé que se te había olvidado. Y, ¿qué opinas?
-Que estás miope, pero aún así… Gracias.
-¿Yo, miope? ¡Y un cuerno! Te dije la verdad.
-Estamos muy perdidos…-dijo Liam.
Les ignoramos y seguimos a lo nuestro.
-He estado como cosa de una hora, si no más, intento descifrar, palabra por palabra, su significado. ¡Y ha sido muy divertido! ¿Crees que podrías enseñarme algo de irlandés?
-¿Qué?
-Sí, a ver no sé… No tienes por qué enseñarme si no quieres, pero no sé, al menos decir hola, adiós, cuidado que os voy a matar a todos… Ya sabes. Palabras vitales para sobrevivir.
A Niall le salían estrellitas de los ojos. Lo sé porque podía verlas.
-¿De verdad? ¿Me lo estás diciendo en serio?
-Totalmente.
-¡Pues yo te enseño lo que tú quieras y más!
-¡Bien!
Y me puse a dar palmitas.
-Antes de que vinieras, Zayn estaba a punto de contarme una historia emocionante.
-¿Ah, sí?-dijo, girándose y mirando a su amigo.-Pues por mí, no te cortes.
-Puedes contársela tú. Es la historia de por qué estaba solo sentado en el sillón.
-¡Ah!-dijo, y volvió a mirarme-Resulta que, como bien sabes, tú y yo vamos a salir esta tarde, ¿no? Pues Louis decidió apuntarse y Harry también. Louis dice que no le vendrá mal reconocer el terreno también a él, que es un experto en perderse y Harry supongo que irá para cuidar de su querido Louis, y evitar que le perdamos a posta o algo.
Entrecerré los ojos.
Me alegraba que Louis nos acompañara. Me alegraba mucho. Pero algo en mi interior me decía que nada tenía que ver Louis con que Harry se apuntara. El “Por ahora”, pronunciado por Harry se me vino de nuevo a la mente.
Desde luego, este chico era perseverante.
-Ya veo.
-Espero que no te importe.
-En absoluto… Siempre y cuando les perdamos a los dos.
Niall rió y chocamos los cinco.
-¡Ah, qué bonito! Osea, que quieres que me pierda, ¿no?-dijo Louis, bajando por las escaleras en aquel preciso instante.
El corazón se me encogió, pero supe controlarme y respiré con normalidad. Me había preparado mentalmente para esto.
-Si te pierdes, tendré que buscarte. Y te encontraría aunque tuviera que movilizar al ejército de terracota chino.
Louis rió.
-Con amigas así, da gusto. Ya estoy, ¿nos vamos?
-¡Vámonos!-dije, con alivio, al ver que Harry no asomaba sus rizos por ahí.
¿Quién sabe? A lo mejor se había echado demasiada mascarilla y tenía una sobredosis de ella o algo y no podía venir. ¡Me libraría de él esa tarde!
-¿Vosotros no venís?-les pregunté a Liam y a Zayn.
-Es que echan en la tele una película que quiero ver y últimamente no tengo mucho tiempo para mí mismo…-me dijo este último.
-Di que no Cris, que es un vago redomado y le da palo salir.
-Di lo que quieras, Liam, pero yo la película no me la pierdo.
-¿Y por qué no vienes tú?-le pregunté a Liam.
-Alguien tiene que quedarse con Zayn. Le da miedo estar solito. Ahí donde le ves, es todo un cobarde.
-¡Ja! Yo no tengo miedo de quedarme solo en casa.
-Se está intentando hacer el valiente porque está tratando de impresionarte como chica que eres, pero es de las personas más caguetas que he visto en la vida…
Un cojín impactó en la cara de Liam y le calló para siempre (exageración).
-¡Bueno…!-dijo Niall, dando una palmada-Pues entonces nosotros nos vamos.
-¡Sí!-dije yo, feliz, dado que se habían olvidado de Harry.
Estábamos traspasando la puerta cuando Harry apareció corriendo.
-¡Eh! ¡Qué os ibais sin mí!
-¿Quiénes? ¿Nosotros? Imposible.-dije inocentemente, como si me hubiera acusado de comerme el último Donut de chocolate y yo lo negara, cuando tenía todos los morros llenos de chocolate.
-Bueno, y ahora que estamos todos, nos vamos.
-Vale.
Y cogimos carretera y manta y nos fuimos.
Yo iba entre Louis y Niall. Uno me iba señalando los sitios y diciendo “Esto es un banco, eso de allí una tienda de ropa, eso un bar…” y el otro me iba contando pequeñas anécdotas de esos sitios “En ese banco es donde sacamos dinero, en esa tienda de ropa es donde Zayn se compra los calcetines, en ese bar nunca entres, que no ponen aperitivos…”.
Reía cuando tenía que ir y comentaba cuando tenía que hacerlo.
Se estaba bien entre esos dos chicos.
Luego estaba Harry que, como la acera no era lo suficientemente grande, tenía que ir detrás.
No hablaba mucho, solo hacía pequeños comentarios, pero notaba sus ojos fijos en mi nuca. No sé qué tendría mi nuca que le interesase, pero así era.
-Y aquí se come muy bien, créeme…
-Niall, deja de hacer publicidad a Nando´s, que no te pagan por ello-le dijo Louis.
-¡Pero a mí me gusta!
Aprovechando que estos dos se pusieron a discutir, Harry se inclinó y me susurró al oído.
-Me gusta tu camiseta.
-A mí también, por eso me la compré.
-¿Es cierto lo que dice?
-¿El qué? ¿Lo de que muerdo?
-Sí.
-Hombre, sería un poco absurdo ponerse una camiseta que afirme una cosa cuando no es cierta, ¿no crees?
-Habría que comprobarlo.
-No pienso morderte. Luego tendría que estar como media hora lavándome los dientes.
Harry rió.
-Pues entonces tendré que hacer caso omiso de tu camiseta y tendré que provocarte.-dijo, con voz melosa.
-Haz lo que quieras. No tengo una camiseta que ponga “Cuidado, que esta gatita tiene uñas”, pero te aviso que las tengo.
-¿Gatita? Adoro los gatos. Ya tengo apodo para ti.
-Llámame gatita y te juro que…
-¿Qué qué? ¿Vas a morderme, gatita?
Y puso una sonrisa pícara.
Yo suspiré.
Harry estaba consiguiendo exasperarme.
-¿Para esto has venido? ¿Para enfadarme?
-Yo no te he enfadado, te has enfadado tú sola.
Le bufé, enfadada.
-Gatita.-me susurró, de forma que solo yo pudiera oírlo.
Debió de ser que Louis olió la tensión en el ambiente y decidió salir en mi ayuda.
-¡Eh! ¿Qué pasa por ahí atrás?
-Nada-le respondió Harry.-Solo estábamos hablando.
-¡Ah, bien, tú distráeme a la chica para que se me pierda! Bueno, como decía, esto es una academia de baile, ¿qué hace aquí, en medio de ningún sitio? Bien, no tengo ni idea, pero…
Pasamos por al lado de la entrada de la academia y yo me quedé parada enfrente.
-¿Cris?
Como Niall vio que no reaccionaba, me cogió del brazo y retrocedí, asustada.
-¿Eh? ¡Ah, perdón! Es que… Yo antes bailaba. Tuve que dejarlo cuando me rompí una pierna en plena actuación, hará cosa ya de cinco años… Y desde entonces, no he vuelto a practicar.
Ellos se me quedaron mirando. Supongo que no se esperaban eso de mí.
-¿Qué hiciste para romperte una pierna?-me preguntó Louis.
-Meter el pie en una tabla de madera del escenario que estaba un poco levantada y caer sobre la pierna al revés.-Ellos pusieron cara de dolor-Nada agradable, desde luego.
Miré con nostalgia la academia.
Tenía buenos recuerdos de cuando bailaba.
-¿Quieres apuntarte?-me preguntó Niall, adivinando mis pensamientos.
Le miré y sonreí.
-No estaría nada mal.
-Si quieres, podemos entrar y puedes informarte.
-¿Si? No tardaremos mucho, lo prometo.
Louis y Niall levantaron las manos.
-Sin problema.
-Gracias.
Y abrí la puerta para entrar.
-Será mejor que vaya con ella-dijo Niall.
-Harry y yo nos quedaremos aquí.
Le sostuve a Niall la puerta para que pasara tras de mí.
Nos encontramos en una recepción bastante grande, con unas cuentas sillas con pinta de cómodas y un gran escritorio con una rubia sentada tras un ordenador.
Esta, al vernos, nos sonrió.
-No sé si entenderé todo lo que me diga…-dije, recordando que aún no tenía un perfecto dominio del inglés.
-Tranquila. Yo podré traducirte en caso de conflicto.
-Sí, y, si no, las ostias son un lenguaje internacional.
-Ala, que bruta.
Reí tontamente y avancé hasta la recepción, ahora más confiada sabiendo que contaba con el traductor Niall, que además sería mi futuro profesor de irlandés.
La chica empezó a contarme la historia de la academia (ya ves tú lo que me importaría a mí…) y después, ya preguntó el motivo de que estuviera allí.
Yo le dije que me gustaría saber si podría apuntarme. Ella me dijo que si tenía experiencia, a lo que le contesté afirmativamente. Dijo qué tipo de baile era el que yo practicaba y le dije que un poco de todo.
Finalmente, me dijo cuánto costaría apuntarme y los días que podría venir. Le dije que se lo comentaría a mis padres y me dio el número de la academia. Le prometí que, ya si eso, algún día ya la llamaría, nos despedimos y nos fuimos.
Bueno, antes de irnos, nos dio un puñado de caramelos a Niall y a mí de un cenicero que tenía en el escritorio.
Salimos de allí igual de contentos que unos niños pequeños con chuches.
-¡Ah! Al fin salís-dijo Louis.-¿Qué tal os fue?
-¡Nos dieron caramelos!-dijimos los dos al unísono.
-¡Caramelos!
Y le dimos a Louis unos pocos.
Harry miraba la escena de brazos cruzados.
Estaba por no ofrecerle, pero yo no era una mala persona.
-¿Quieres?-dije, tendiéndoselos.-Aún me queda un puñadito. Y puedo quitárselos a Niall, si quiero.
-¡Sí, tú inténtalo!-dijo este, sarcásticamente.
Harry rió, negó con la cabeza y alargó la mano, donde le eché unos cuantos caramelos.
-¿Qué te dijeron?
Le miré.
No esperaba que Harry se interesase por mi vida.
-Que puedo apuntarme.
-¿Vas a hacerlo?
Me encogí de hombros.
-Puede.
-Me gustaría verte bailar algún día.
-No, que te reirías.
Sonrió.
-No, claro que no. Aplaudiría como un loco.
-Loco ya estás, así que no habría mucha diferencia.
-Habló la gatita.
Entorné los ojos.
Entonces, le quité de la mano un caramelo de Coca-Cola.
-¡Eh!
-Como pago por tu intolerancia, me cobro un caramelo de Cola, que son los que más me gustan.
-No hay derecho.
-Te fastidias-dije, metiéndome el caramelo en la boca y dándole el envoltorio.
Me giré y vi a Niall y a Louis peleándose por un caramelo de pera que se había caído al suelo.
-¡Chicos, chicos!-dije, separándolos-¿Os vais a matar por un caramelo?
-¡Por mí caramelo!-dijo Niall, recalcando el “mí”.
-¡Más quisieras tú! ¡Me pertenece a mí!
Le di una patada al caramelo y se cayó por una alcantarilla.
-Ahora el caramelo no es de nadie-les di a los dos un caramelo mío-Y ahora tenéis un caramelo más. Se acabó esta historia. ¿Podemos seguir reconociendo el terreno?
-Podemos, podemos.
Y seguimos andando.
-¿Y qué tal bailabas?-me preguntó Niall.
-Oh, pues supongo que bien. Me gustaba mucho bailar.
-¿Y por qué no continuaste después de recuperarte?-quiso saber Harry.-Si tanto te gustaba, tendrías que haber seguido, ¿no?
-Sí, pero… El recuerdo de aquella actuación que acabó en desastre por mi culpa era demasiado fuerte. Recuerdo la gente riéndose, mi familia asustada, compañeras envidiosas señalándome con el dedo y riendo, riendo y aplaudiendo, porque sin mí, ellas podrían ser el centro de atención… Me costó mucho superar eso. La recuperación no fue fácil y los médicos me dijeron que tendría que esperar para bailar.- Hice una pausa dramática.
-¿Y? ¿Qué pasó después?-preguntó Niall.
Le miré y sonreí.
-Nada más recuperarme, me puse a bailar, pero ya no me salía como antes y me echaron de la escuela donde estaba. Mis movimientos eran más rígidos y ya no les interesaba mi persona, pues tenían a otra chica… Así que me dije, ¿para qué seguir? Y lo dejé. No he vuelto a bailar desde entonces.
-¿Nada, ni un poco?
-Nada.
-¿Ni en fiestas, ni en la ducha…?
-Ni en fiestas, ni en la ducha. Nada de bailar.
-Entonces, ¿por qué ahora, de repente, quieres apuntarte a una academia? ¿No tienes miedo de que te vuelva a pasar lo mismo?
Miré a Harry.
-No sé por qué ahora, pero quiero. Y no, no tengo miedo. Sé que puedo conseguir todo lo que me proponga.
Niall y Louis aplaudieron.
-Que orgullosos estamos de ti.
-Menuda amiga más interesante que nos hemos hecho, ¿eh, Niall? Tienes buen ojo…
-¿Consigues todo lo que te propones?-me susurró Harry-Entonces te propongo que me muerdas.
Ya me parecía a mí que Harry no podía haber cambiado.
Decidí ignorarle.
-Chispea-observó entonces Niall-¿A alguien se le ha ocurrido la maravillosa idea de traer un paraguas?
Todos negamos con la cabeza.
-El del tiempo dijo que hoy no llovería.
-El del tiempo nos mintió.
-Bueno, Cris, ya sabes cómo es aquí, en Londres… Al momento está lloviendo como sale el sol.
-Pues que triste, Lou.
Al final, por sugerencia de Niall, acabamos todos sentados en un bar, mirando por la ventana cómo llovía.
-¿Qué queréis? Yo lo pido.-dijo Niall.
-Coca cola-dijimos Harry, Louis y yo a la vez.
-Y yo también, venga, por no ser menos.
Esperamos a que viniera la camarera.
-Sí, mira querríamos…
-¿Niall?-dijo esta, mirándole con los ojos como platos.
Este la miró frunciendo el ceño.
Mis ojos pasaban del uno al otro, sospechando. ¿Qué estaba pasando aquí?
-¿Annie?-dijo este, reconociéndola.-¡Dios mío! ¡Eres tú!
Se levantó y la estrechó entre sus brazos.
Mi mandíbula inferior quedó por los suelos.
¿Quién era esa con la que Niall se tomaba tantas confianzas?
Louis y Harry parecían tan perdidos como yo.
-¡Oh, Annie!-dijo Niall separándose de ella y mirándola-¡Cuánto tiempo ha pasado! ¿Cuánto ha sido? ¿Dos años, tres…?
-Han sido tres y medio, para ser exactos. ¿Qué pasa? ¡Ya no te dejas caer por allí! Mi madre no hace más que preguntar por el duendecillo. ¿Qué ha sido de ti?-le preguntó ella.
Yo la fulminaba con la mirada.
Pero, ¿quién era? ¿Una ex novia? Uy, que poca gracia me hacía aquello.
-Es que las dos últimas veces no pude ir. Y ahora que estoy en una banda, tampoco. ¡Pero mírate…! No pareces la misma niña que destruía mis castillos de arena, allí, en Murcia…
-¿Aún sigues llamando castillos a esas cosas que creabas con arena de la playa? Te repito que eso no eran más que mierdecillas…
-Ha pasado tanto tiempo y aún sigues metiéndote con mis castillitos…
Ella echó una mirada a la mesa y nos miró a los tres.
-¿Cómo que estás en una banda? Espera un momento. Os traeré lo que queráis y me sentaré con vosotros, que mi turno acaba de acabar.
-Bien. Cuatro Coca Colas.
-Serán cinco-dijo Annie, y se fue.
Niall se sentó de nuevo.
-¿Quién era esa?-dije, señalándola con la barbilla.
-¿Qué, celosa?-me susurró Harry.
Por ello se llevó una patada bajo la mesa.
-Es Annie. Una amiga de la infancia de cuando iba allí a España. Sí, a tu querida España. Que sorpresa habérmela encontrado aquí. ¿Qué hará por estos lares?
-Trabajar-observó Louis.
-Quizá se haya venido aquí a trabajar-dije yo-Allí en España el trabajo está muy mal y muchos jóvenes se van a trabajar a otros países.
-Bueno, ahora lo sabremos.-dijo Niall.
Yo me relajé. Bueno, si sólo era una amiga…
Annie apareció con las bebidas y se sentó al lado de Niall y, por lo tanto, a mi lado.
Instintivamente, me eché un poco hacia Louis.
-¡Bueno…!-dijo, sentándose-¿Es esta tu banda? ¿Tu batería, tu bajista y la voz?
Niall rió.
-No, ella no forma parte del grupo.
-Que forma más bonita de decirme que estoy excluida-dije, con un toque de fastidio.
Ellos rieron.
-Sabes que no quería decir eso, Cris.-dijo Niall y después procedió a presentarnos y a decir que faltaban los dos restantes miembros del grupo.
Y después ella y Niall se pusieron a compartir recuerdos de la infancia.
Y a mí no me hizo gracia que Niall no me hiciera caso.
Primero, yo había quedado con él y luego se me habían acoplado dos personas.
Y segundo, encima va él y se olvida de que existo. ¿Y este es el chaval que me había rescatado de la lluvia y me había dicho hermosa? ¡Qué curioso es el mundo!
Les miraba a ambos con malicia.
Aquello no me gustaba nada.
Entonces, alguien me rozó la mano y una corriente me recorrió entera. No me hizo falta girarme (aunque lo hice) para saber que había sido Louis.
-¿Te pasa algo?-me preguntó.
“Tú. Me pasas tú”.
-¿Qué? No, ¿por qué?
-Pareces perdida.
Perdida no, por favor.
-Ah, no. Estaba recordando lo de la academia y eso.
Era mentira, pero una mentira piadosa al fin y al cabo.
-¿Crees que algún día podré verte bailar?
Sonreí, divertida.
-Tú lo que quieres es echarte unas risas.
-No, claro que no. Si tan buena eras como dices, quiero verlo.
-Tú mismo lo has dicho, “era”…
-Yo creo que lo sigues siendo. Solo necesitas confiar en ti misma, entrenar de nuevo y… Un buen público.
-Que ahí es donde entras tú, supongo.
-Supones bien.
Sonreí y negué con la cabeza.
-Está bien. Algún día, te enseñaré cómo bailo la Macarena.
-Eh, no. Yo quiero verte bailar otra cosa. Algo más personal, no sé…
-¿Bailarías conmigo un tango?
Rió.
-Yo no sé bailar.
-Yo te enseño.
-En ese caso, no hay ser humano que pueda negarse, pero como yo no soy humano, tendré que negarme… Es broma.
Reí.
Harry estaba cruzado de brazos, con la espalda apoyada en el respaldo de la silla y miraba, con expresión aburrida a Louis y a mí y después a Annie y a Niall.
-Ha dejado de llover-dijo, al rato.
Decidimos entonces que volveríamos, más que nada, porque a Zayn le daba miedo estar solito en casa y puede que Liam hubiera salido a cazar gotas de lluvia con una sartén.
Niall me hizo despedirme de Annie y prometimos vernos algún que otro día. Para no perder el contacto, Niall le dio su número de teléfono. No sé por qué, pero eso me molestó enormemente y fui el trayecto que quedaba molesta con él y con el mundo.
Louis iba hablando con Niall, porque había visto por mi expresión que no quería hablar con nadie y que estaba enfadada aunque no entendiera muy bien el por qué y yo iba detrás, al lado de Harry, con los brazos cruzados.
-¿Y esa cara tan agria, gatita?
-La que tengo siempre.
-No creo.
No contesté.
Harry se metió la mano en el bolsillo y sacó un caramelo.
-De Coca cola, como a ti más te gusta.
Miré el caramelo y después le miré a él.
-¿Qué pretendes comprar con eso?
-Te iba a decir que a ti, pero visto lo visto, me conformo con una sonrisa.
Cogí el caramelo.
-Anda, tonto-dije sonriendo mientras lo desenvolvía y le daba, de nuevo, el envoltorio vacío.
-Creo que voy a empezar a coleccionarlos. Ya tengo dos.
-Si tú eres feliz así…
-Se te ha encrespado el pelo, gatita.
-Como si me importara, ricitos.
-¿Puedo preguntar la razón de tu enfado?
-No estoy enfadada.
Volvió a meter la mano en el bolsillo y sacó otro caramelo. Esta vez, de fresa.
-Otro caramelo si me dices por qué estás enfadada.
-Este no es de Coca cola.
-Es que se me han acabado.
-Entonces, no hay trato.
-Jo, está bien-Metió la mano en el bolsillo y sacó dos caramelos-Tres caramelos, estando entre estos mi último de Coca Cola si me lo dices.
-Hecho-dije, quitándoselos, desenvolviéndolos y metiéndomelos en la boca.-No estoy enfadada.
-¡Eh! ¡Me lo habías prometido! ¡Timadora! ¡Dame los caramelos!
-Tarde. Los he mordido.
-Jo.
-¡Bueno…! Si te consuela, me he molestado porque esa chica no me ha hecho mucha gracia, ¿de acuerdo?
-¿Quién? ¿La súper amiga de la muerte de Niall?
-Sí, esa.
-¿Por qué?
-¿Quizá porque es la súper amiga de la muerte de Niall?
-Celosa.
-Tu gato en bragas.
-¿Qué?
-Olvídalo.
-Gatita…
-Payaso.
Y así, discutiendo, llegamos a casa.
-¡Bueno! Gracias a vosotros sé que hay una academia y ya conozco más lugares para perderme. Sois muy amables.
Me despedí de todos dándoles un abrazo, a cada uno diferente y sentí cada uno de diferente manera.
A Niall le abracé con jovialidad, aunque seguía dolida por su pasividad hacia mi persona antes.
A Louis, al abrazarle, una fuerte descarga me recorrió por el cuerpo y en mi estómago, miles de mariposas alzaron el vuelo, haciéndome cosquillas.
A Harry, le metí la mano en el bolsillo y le quité unos cuantos caramelos, no sin que antes me susurrase en el oído:
-Adiós, Gatita. Adiós.


¡Bueno, querida gente! ¿Qué opináis? ¿Qué tal va esto? A mí, sinceramente, me está gustando bastante, pero sois vosotras, la audiencia, quién decide. ¿El qué? ¡Y yo qué sé! Es que me gustaba la palabra audiencia. Así que espero que este capítulo os haya gustado, dado que si no, me iré voluntaria como tributo a los Juegos del Hambre. Así que... ¡Ya sabéis! O os gusta el capítulo o me patrocináis cuando vaya a los juegos. La elección es vuestra.
Atentamente,
Cris Bieber Horan Styles (futura tributo del Distrito x)

sábado, 21 de abril de 2012

Capítulo 3


Me desperté y me asusté al no escuchar ningún sonido.
¿Dónde estaban mis padres?
Ah, claro. Iban a arreglar no sé qué de los papeles de la mudanza o qué sé yo qué.
Me estiré cuál larga era sobre la cama para desperezarme. Cogí el móvil, que estaba a mi lado en el suelo y miré la hora.
Las once en punto.
Vaya, en mi vida había dormido yo tanto (exageración).
Eché mano a los cascos y puse la frase que le había grabado a Niall. Frase que había escuchado día y noche durante su ausencia. Recuerdo, creo que fue el segundo día, me la puse en repetición infinita para dormirme. Puede sonar obsesivo, y puede que lo fuera.
Mientras escuchaba dicha grabación por sexta vez, llamaron al timbre. Seguro que serían mis padres. No sería la primera vez (ni la última) que se dejaban las llaves.
Bajé corriendo y abrí la puerta.
-¿Qué os pica…? ¿Louis?-me quedé totalmente perpleja al ver a Louis en mi puerta.
Y yo con mi zarrapastroso pijama consistente en una camiseta de tirantes vieja y unos pantalones cortos cómodos. Y, para rematar, el estómago me dio un vuelvo. Au.
-¡Buenos días, Cris!-me saludó este, muy contento (aparentemente, clato)-Espero no haberte despertado…
Tardé unos instantes en salir de mi ensimismamiento.
-¿Qué? ¡Oh, no! Claro que no, ya llevaba un rato despierta. ¿Quieres pasar?-le ofrecí, apartándome para dejarle pasar.
-Si puedo… Nunca pierdo la oportunidad de hurgar en casas ajenas-dijo, entrando.
Cerré la puerta tras de sí.
-¿Si? Pues adelante. Poco vas a hurgar aquí… Apenas tenemos de algo-dije, echando un vistazo a la cantidad de cajas sin abrir aún que había apiladas y a otros trastos que había tirados. Si es que éramos la familia desastre…
Él río.
-Si necesitas ayuda o algo y nosotros podemos echar una mano, solo dínoslo, ¿vale?
-¿En serio?
Asintió.
-Si no, no me ofrecería.
-Pues… Yo necesito ayuda-dije, recordando las cajas de mi habitación.
-Bien-dijo, dando una palmada-¿Por dónde empiezo?
Se le veía tan dispuesto que no pude evitar reír.
-Pero tranquilo, que no hay prisa. Antes, ¿quieres desayunar algo?
-Oh, ya desayuné antes.
-Bueno, pues yo no, así que, si no te importa… Desayunaré.
-Y yo te haré compañía.
Le ofrecí sentarse en el único taburete que había en la cocina (los otros tres taburetes habían desaparecido misteriosamente en combate) mientras que yo me senté en varias guías de las páginas amarillas apiladas en el suelo.
-¿Y a qué se debe tu visita?-le pregunté, intrigada, al tiempo que bebía de mi vaso de leche.
-¡Ah, se me olvidaba!
Se echó la mano al bolsillo trasero del pantalón y sacó lo que parecía ser un disco.
-Se te olvidó pedírmelo ayer, y eso que te dije que me lo recordarás.-dijo, tendiéndomelo.
-¡Ah, es cierto! Lo siento. Se me olvidó por completo.
Lo cogí y me entretuve mirando la portada y leyendo los títulos.
-Y estaba en casa solo, porque estos se han ido a comprar provisiones y a mí nunca me dejan ir porque me pierdo siempre entre las diferentes secciones, aunque mi sección favorita es la de las hortalizas y luego, para encontrarme, se pasa toda una odisea.
-Pobre-dije, riendo.
-Por lo que veo, o mejor dicho, por lo que no veo, no hay nadie más que tú en casa. ¿También tú te pierdes en los supermercados?
Sonreí.
-No, yo no. O, al menos, ya no. Mis padres se han ido a arreglar unos papeles de la mudanza o algo similar.
Dejé la taza en el fregadero.
-Bueno, pues ya está. Me visto y, si aún estás dispuesto, colocamos algo. No me extrañaría nada volver y ver que has huido.
Louis rió.
-Prometo no desertar.
-Bien, entonces.
Subí corriendo y, en vez de ponerme la ropa fea y estropeada que me ponía para estar habitualmente en casa, me arreglé un poco más, aunque fue inconscientemente.
-¡Louis!-le llamé-¡Ya puedes subir!
-¡Voy!
Le oí subir las escaleras e ir corriendo por el pasillo.
-¡Ah! ¿Dónde es? ¡Me he perdido! ¡Demasiadas puertas para alguien como yo!
-¿Louis?-dije, asomándome al pasillo.
Vi a este correr de un lado a otro del pasillo con los brazos en alto y una cara muy cómica.
-¡Cris! ¡Menos mal! Ya pensé que nunca volvería a verte…
Mi estómago echó a volar.
Fuck. Definitivamente, necesitaba ayuda.
-Nunca es mucho tiempo, Louis. Anda, pasa.
Los dos entramos en mi cuarto y nos quedamos mirando mis sábanas tiradas por ahí, libros que había leído tirados por el suelo e, incluso, ropa por ahí desperdigada.
-Perdona el desorden. Ya sé que no hay justificación posible, pero…
-Tranquila, esto no es nada comprada con cómo nosotros teníamos la casa… Hasta que Liam nos dio un ultimátum.
-¿Cuál?
-“O limpiáis esto o os limpio yo de esta casa”. Eh, no te rías, haha, que Zayn no quiso recoger y Liam le hizo dormir en el felpudo. Tengo por ahí una foto.
-Pues, si la encuentras, algún día de estos me gustaría verla.
-La buscaré, entonces.
Pasaron unos segundos en silencio.
-Bueno… Pues yo haré la cama y tú, mientras, si quieres, puedes encargarte de esas cajas-dije, señalando un montón aleatorio.
-Bien.
Llevaba la mitad de la cama hecha cuando Louis se rió y yo giré la cabeza para ver qué era aquello que tanto le divertía.
-Mira esta caja-dijo-No puedo tocarla.
-¿Por qué? ¿Acaso muerde?
-No, pero… “Cómo toques esta caja, te rajo”. Tengo miedo.
Reí.
Como me vine a Londres, las frases de las cajas estaban escritas e inglés (no todas, pero sí la inmensa mayoría).
-Pero eso es únicamente si no tienes el permiso de la dueña. Yo te lo doy. Puedes tocar lo que quieras.
-¡Genial! Gracias.
Una vez que terminé de hacer la cama, recogí la ropa y la eché sin miramientos dentro del armario (ya habría tiempo para colocarla concienzudamente), así que recogí los libros que estaban despatarrados y los puse con los montones de trastos que Louis sacaba de las cajas.
Una vez que todas estuvieron vacías, ambos pusimos las manos sobre las caderas y examinamos el panorama de trastos que teníamos por delante.
-Creo que deberíamos empezar por los libros-sugerí.
-Tú mandas, es tu cuarto. ¿Los quieres colocados por autor,  género…?
-No, que si no tardaríamos un año. Como pillemos.
-Perfecto.
Como él era más alto, se puso a colocar libros como un loco por las estanterías de arriba mientras que yo colocaba libros por las estanterías más bajas como si no hubiera mañana. Toda esta rapidez se debía a una apuesta que habíamos hecho. Finalmente, gané yo.
-Sospecho que te has dejado vencer…-dije, entrecerrando los ojos.
-Oh, no. Has ganado limpiamente, así que, como habíamos acordado… Haré lo que quieras.
-Hum… Ahora no se me ocurre nada, así que me lo guardo para cuando se me ocurra.
-Bien.
En ese momento, oí cerrarse la puerta de abajo.
-Creo que mis padres han vuelto. Me pregunto qué pensarán al verte aquí…
-Que soy un buen vecino, sin duda.
Reí.
-¿Cris? ¿Sigues dormida?-oí a mi madre.
-¡No, mamá! ¡Estoy muerta!
-Pues si estás muerta, ¿cómo es que hablas?
Entonces entró en la habitación, seguida de cerca por mi padre.
Sus ojos pasaron de Louis a mí, de mí a Louis, de Louis a la estantería colocada y de la estantería se quedaron fijos en Louis.
Hice las presentaciones.
-¡Oh! Entonces eres un buen vecino-le dijo mi padre.
Louis rió.
-Me gusta que lo digan.
-Bueno, pues seguir colocando y, si termináis con este cuarto, hay otros muchos más que podéis colocar, que nosotros nos vamos-dijo mi madre.
Mis padres me miraron con la esperanza de que preguntara adónde iban, pero cómo no me importaba en absoluto se quedaron con las ganas.
-Solos otra vez, tú y yo-le dije.
-Tú, yo y el mundo.
“Aw”, pensé. “No me importaría que no hubiese nada más”
Espera… ¿Qué?
Me estaba volviendo la clase de persona que siempre había odiado.
De repente, oí algo.
-¿Oyes eso?-le pregunté a Louis.
-¿El qué?
-Creo que viene de fuera.
Me asomé por la ventana.
-Eh, Louis. Creo que deberías mirar.
Louis asomó la cabeza.
-¡Eh, Harry! ¿Cómo tú por aquí? ¿No habías quedado con no sé quién?
-¡Eh, Louis! ¡Bah, al final no! ¿Qué haces tú ahí?
-Secuestrado. Pero… ¿y qué haces tú?
-Venía a decirle algo a Cris, pero creo que ella ya sabe lo que le voy a decir, ¿no? Tiene que ver con cierto trato.
-¡Oh!-dijo yo, fingiendo sorprenderme-¿En serio? Espera, que bajo.
Harry sonrió con suficiencia.
Louis se extrañó cuando me vio aparecer de nuevo en la habitación con un cubo de agua.
-¿Qué vas a…?
La respuesta le salió sola cuando volqué el cubo de agua sobre Harry, que quedó más empapado que como lo estuve yo en mi primera tarde en Londres.
-Por si el cubo de agua no te ha respondido, Harry, sea lo que sea lo que tengas que decirme la respuesta es un no más grande que el Buckingham Palace.
Acto seguido cerré la ventana y me dejé caer sobre la cama recién hecha.
Louis miraba a Harry a través de la ventana, mientras sonreía y negaba con la cabeza.
-Así aprenderá este chico que en esta vida no se puede tener todo.
Suspiré.
-¿Está bien él?-pregunté.
-Sobrevivirá, ¿por qué?
-Porque ahora me siento mal.
-No sientas compasión por Harry. Es de las peores cosas que puedes hacer.
Sonreí.
-Creo que me he pasado. Debería ir a disculparme.
Louis se encogió de hombros.
-Qué curiosa eres. Primero, le tiras al pobre chaval un cubo de agua y después quieres ir corriendo a disculparte. Bueno, pues ve, ve, pero, antes…¿Cómo estaba el agua? Habrás tenido, al menos, el detalle de echársela templada, ¿no?
-No… Se la eché fría.
-Vaya… Entonces, si vas a disculparte, ¿se acabó el colocar por hoy?
Asentí.
-Jo, pues me estaba divirtiendo de lo lindo.
-Eso tiene fácil solución. La próxima vez que vaya a colocar algo, te llamaré.
-¡Vale! Pero ahora vamos, vamos a que te disculpes antes Harry antes de que se nos muera de neumonía.
Rió al ver mi aterrorizada expresión.
Salimos corriendo de mi casa y entramos en la suya. Bueno, no entramos, nos quedamos en el porche, porque a él se le habían olvidado las llaves.
-Es que normalmente el que las lleva es Harry y como siempre solemos estar juntos…
Llamamos al timbre y bailamos la animada melodía de este.
Cuando Zayn nos abrió la puerta, se nos quedó mirando raro.
-Pero, ¿qué hacéis?
-¡Hola, Zayn!-dije yo, tomándome todas las confianzas del mundo y pasando dentro de la casa-¿Has visto a Harry?
-¿Y eso? ¿Cómo es que ahora le buscas?-dijo, entrecerrando los ojos.
-Es que Cris casi le mata tirándole un cubo de agua helada-explicó Louis.
-Eso podría explicar por qué ha venido hace unos instantes hecho una sopa. Ya decía yo que “he estado nadando en un charco” no era una explicación razonable…
-Bueno Zayn, que te me vas por las ramas, ¿le has visto o no?
-Sí, claro. Sube arriba y por ahí tiene que estar. Pero cuidado, puede que salga un Liam salvaje.
-Tranquilo, iré con cuidado.
Subí arriba y me quedé a cuadros al ver la cantidad de puertas que había. Ahora entendía cómo se había sentido Louis en mi casa. Los pasillos y las puertas eran algo peligroso, con lo que no se debía jugar (volvemos a mis queridas exageraciones).
Decidí abrir una, ya que todas estaban cerradas.
Abrí la que más cerca tenía y pegué un gritito al ver a Harry en calzoncillos despojándose de la mojada camiseta que se le pegaba al cuerpo.
Este, al oírme gritar, se dio la vuelta y me miró.
Volví a gritar y cerré la puerta.
Siendo consciente del ridículo que acababa de hacer, volví a abrir la puerta, con la diferencia de que esta vez entré.
-¿A ti nadie te ha enseñado a llamar a las puertas?-dijo Harry, mientras caminaba a mi lado en busca de su armario y me rozaba al pasar.
-¿Y a ti nadie te ha enseñado el significado de un no?
-No.
-Pues a mí tampoco.
Dejó de mirarme, abrió el armario y empezó a rebuscar en él.
Decidí relajarme y cambiar de actitud, puesto que había sido yo quién le había arrojado un cubo de agua helada y luego había entrado en su habitación y le había visto a medio vestir. Si hubiera sido al revés, él ya hubiera ido al campo de los quietos.
-Eh, Harry, mira… He venido en son de paz. Lamento haberte arrojado ese cubo.
-Más lo siento yo, que era quien estaba debajo.
Me mordí el labio para no reír.
-Pero la culpa es mía.-dijo él.
-¿Por qué?
Cogió una camiseta negra del grupo Ramones y se la puso.
-Yo sólo quería llevarme bien contigo, nada más.
-¿No pensaste que quizás tus métodos no eran los más acertados?
Él se giró, me miró y se encogió de hombros.
-Pero son los únicos métodos que conozco.
Dicha esta frase, el silencio se hizo entre nosotros.
-Métodos que, hasta ahora, no me habían fallado.-dijo él, dándome la espalda y volviendo a su armario.
-Pues tendrás que cambiarlos.-dije, y salí de la habitación.
Ya me había disculpado y no tenía nada más que hacer allí.
Bajé al salón y me los encontré allí, hablando.
Saludé a Liam y a Niall, a los cuales antes no había visto.
-Ya nos han contando lo que le has hecho a Harry. Eso le pasa por pesado. ¡Choca!-dijo Niall.
Sonreí, choqué y me senté en el sillón.
Lo que quedaba de mañana me la pasé peleando con Liam por el mando de la tele mientras Louis nos tiraba cojines, Niall corría en círculos alrededor del sillón y Zayn le pedía a gritos a Harry que bajara, pero este se negó.
-Jo, seguro que es por mi culpa…-dije yo-Pero no sé qué más quiere que haga, si ya me he disculpado.
-Bah, ni caso-dijo Liam.-Tú de Harry pasa.
Y entonces me quitó el mandó.
-¡Eh!-me quejé.
-Aquí el mando es mío, se siente.
-Me vengaré-dije, mirándole mal.
-¿Tú y cuántos más?
-Yo y… ¡Zayn!
-¿Eh?-dijo este, sacando la cabeza de debajo del sillón.-Que no me he enterado.
-Tú di que sí.
-Vale…Sí.
-¡Ja! Toma esa Liam, a ver cómo te la comes.
-Pues… Mientras que no sea con cuchara, me da igual.
Mis intentos por intimidar a Liam fueron infructuosos.
Vimos bajar las escaleras a Harry y entrar a la cocina.
-¿Adónde va?-pregunté.
-Irá a hacer la comida.
Yo miré a Louis sin terminar de entender del todo.
-Ah, pero… ¿Qué él sabe cocinar?
-Sin él, hubiéramos muerto de hambre hace mucho tiempo.
Me quedé pensativa.
-Iré a hablar con él.
Me levanté, fui a la cocina y me senté en la encimera, a una distancia prudencial de él, no fuera a ser que aún no me hubiera perdonado del todo y se le ocurriera darme un sartenazo o algo peor.
-Eh.-dije, al ver que él no se enteraba.
Se giró y me miró.
-¡Ah! Eres tú.
Y sonrió.
-¿A qué viene esa sonrisa?
-Oh, nada. Cosas.
-No, dímelo. Anda.
-Simplemente… Que veo que mi nueva técnica funciona. Paso de ti y vienes tú a mí.
Me bajé de la encimera y me encaré a él.
-¡No he venido a ti!
-¿Ah, no? Entonces… ¿A qué has venido a la cocina? No veo a nadie más aquí.-dijo, mirando alrededor.
No sabía qué decirle, puesto que verdaderamente había ido a hablar con él, pero era demasiado orgullosa para aceptarlo.
Harry sonrió.
-¿Ves? Tu silencio no es más que una afirmación sobre lo que te digo.
-¡Eres un maldito creído! ¿Lo sabes, no?
-Hum, puede.
-¡Pues estás muy equivocado si te piensas que yo me voy a dejar engañar por ti! ¡Hazte a la idea de que podrás tener a cualquier chica de este planeta menos a mí!
-¿Eso crees?
-¡Eso sé!
-¿Qué está pasando aquí?-dijo Louis, entrando en la cocina.
Al oír su voz no pude evitar volverme, mirarle y sonreír involuntariamente.
-Nada, Lou. Cris y yo hablábamos.
-¿Hablabais o gritabais?
-Ah, bueno, es que yo suelo hablar muy alto…-dije.-¡¿Ves lo que te digo?!
Los tres nos reímos, pero Harry y yo intercambiamos una mirada. Aquello no había acabado. Sólo era una pausa.
-Bueno… Pues es que estaba ahí con los otros tres, pero Niall se puso a mirar una revista y a hacer los test con Zayn y Liam no quita ojo de la tele así que dije ¡eh! Voy a venirme aquí con mis dos estupendos amigos que hablan alto…-dijo Louis apoyándose en la encimera.
-Yo… Será mejor que me vaya.-dije, mientras cruzaba una mirada con Harry-Tenéis que comer y mis padres se preguntarán por qué no estoy con el cuello roto en las escaleras o algo.
Louis hizo un puchero.
-Pero yo no quiero que te vayas.
El corazón me golpeó con fuerza en el pecho.
Sonreí.
-No siempre es lo que uno quiere. Voy a despedirme de los chicos… Si me hacen caso, claro.
-Verás cómo sí. A mí no porque me tienen muy visto, pero a ti no.
Volví al salón, seguida de Louis y me despedí.
-Cris, ¿tú y yo no teníamos algo pendiente?-dijo Niall.
-El caso es que últimamente tengo la sensación de que tengo deudas con todo el mundo… ¿Reconocer el terreno, verdad?
-¡Sí! ¿Qué te parece esta tarde?
-Espera que mire mi apretada agenda-cogí la revista que había estado ojeando él antes de las manos de Zayn, que exclamó un “¡Eh!” y pasé las páginas, fingiendo leerlas atentamente-Esta tarde la tengo libre, sí.
-Bien, entonces nos vemos esta tarde.
-Genial.
Me incliné y le di un beso en la mejilla.
-¡Eh!-dijo Liam-¡Qué reparten besos!
Louis empujó a Liam.
-¡Pues te pones a la cola, majo!
Yo reí.
-Pues ahora tú, por abusón, te quedas el último.
Liam le señaló con el dedo y se rió de él al más puro estilo Nelson.
Le besé en la mejilla a Liam y a Zayn, que se resistió, poniéndose la revista en la cara, pero al final no puedo escapar y ¡zas! Recibió a su destino en la mejilla.
-Bueno, pues te acompaño a la puerta-ofreció Louis.
-Oh, no hace falta. Sé dónde está-me puse de puntillas y le besé en la mejilla.
Cuando mis labios le rozaron la piel, una especie de descarga eléctrica se extendió por todo mi cuerpo y me dejó con una curiosa sensación en el estómago. Como si miles de pájaros alzaran el vuelo y yo pudiera alzarme con ellos.
-Bueno, me voy-dije, andando hacia la puerta.
-¡Adiós!
-¡Adiós!
Tenía la mano en el pomo de la puerta cuando oí una voz tras de mí.
-¿Te ibas sin despedirte?
Me giré con fastidio.
Parece que no podría irme en paz, sin luchar.
-Adiós, me voy. ¿Contento?
-No, la verdad.-dijo Harry.
-Pues para no saber el significado de “no”, lo usas mucho. ¿Sabes?
Abrí la puerta, pero él se apoyó en ella y la cerró.
-Harry, eres un pesado y a mí los pesados me pesan.
-No sería tan pesado si lo reconocieras de una vez.
-¿El qué?
-Que te gusto.
Me reí a carcajadas.
-Harry, ya te lo he dicho varias veces y ya no sé cómo hacerlo. Nos conocemos desde hace…¿un día, más o menos y ya piensas que estoy loquita por tus rizos? No sé cómo serán las chicas con las que te relacionas habitualmente, pero yo no soy cómo ellas. Y ahora, si me disculpas… Tengo gente que me reclama.
Intenté abrir la puerta, pero no pude.
-Pero, en cambio, conoces a Louis desde el mismo tiempo que a mí y… Vuestra relación es diferente.-Se cruzó de brazos-De hecho, diría que ahí hay algo. Lo hay, ¿verdad?-dijo, mirándome fijamente.
Esto que Harry me estaba diciendo era una soberbia tontería. Yo siempre había sido un alma libre y solitaria y la simple idea de… En fin.
-Yo no soy de nadie.-dije, secamente.
-Por ahora.
Dicho esto, se apartó de la puerta y se fue, dejándome a mí hecha un mar de dudas.




¡Bueno, gentecilla! Aquí el tercer capítulo de Forever Young. ¿Qué tal? ¿Os está gustando? Eso espero, si no, mataré una escoba (?) Dentro de poco, empezaremos a meter los personajes nuevos (dentro de poco por no decir ya mismo, puede que el capítulo siguiente), así que habrá que ir cerrando lo que son los papeles. ¿Habéis hecho ya vuestras apuestas? ¿Liam, Zayn, Harry, Niall o Louis? ¿Cuál es esta vez? :33 ¿Lo sabéis ya? ¡Ja! Si sois tan amables, (y queréis, claro) si eso, cuando comenteis pidiendo el siguiente (en el caso improbable de que alguien lo haga) podríais decirme quién creis que es, así yo podría saber si estoy escribiendo bien la novela o, si, por el contrario, no me está saliendo bien lo que quiero.
Muchas gracias. Bechitos.
Sinceramente vuestra,
Cris Bieber Horan Styles.