Entré en mi casa dando un portazo.
-¿Cris?-dijo mi madre, asomando la cabeza desde la puerta de
la cocina.-¿Estás bien?
-¿Yo? Perfectamente.
-¡Ah, bueno! Entonces ven a comer.
Suspiré.
Mi madre era incapaz de darse cuenta de que, verdaderamente,
algo me ocurría. Vivía en su mundo de inocencia que yo no iba a destruir. No
sería capaz de ver que algo me pasaba ni aunque llevara pintando en la frente
“¡Eh! Algo me pasa. ¿Quieres saberlo?”.
Sin ganas, me dirigí a la cocina y me dejé caer sobre un
taburete (misteriosamente, estos habían vuelto a la vida).
Con el tenedor, pinché distraídamente los espaguetis,
mientras miraba el plato con aburrimiento.
-Pues tu padre y yo hemos estado dando una vuelta, ¡y menudo
barrio más bonito es este! La pena es que la mitad de las casas están vacías.
-Ya te lo dije, ma.
-Bueno, esperemos que pronto se llenen y tengamos más
vecinos.
¿Para qué? ¿Para que sean como Harry?
-No creo, ma. Con esto de la crisis, la venta de los
domicilios ha caído un setenta por ciento…
-¿Y tú cómo lo sabes?
Señalé con la barbilla el periódico que papá leía.
En la primera plana, en grande, ponía “La crisis hace caer
la venta de domicilios un setenta por ciento, una cifra que pone los pelos de punta…”.
-No sé, ma. Puedes llamarlo intuición femenina.
Ella puso los ojos en blanco.
-Tú y tus tonterías… Bueno, cuéntame, ¿y ese chico de antes?
-¿Cuál? ¿Louis?
-Sí.
-¿Qué le pasa?
-¿Es hermano del rubio del otro día?
-No. Para tu información, el rubio se llama Niall y junto
con otros tres chicos y Louis, forman una banda. Y todos viven en la misma
casa.
-Ah, vaya. ¿Y dónde has estado esta mañana?
-Con ellos, en su casa.
-¿Haciendo qué?
-No te ofendas, pero no es de tu incumbencia.
Entrecerró los ojos.
-El secretismo no te va a llevar a ninguna parte.-me dijo.
-Ni tampoco quiero. ¿Desde cuándo quieres saber todo lo que
hago? Estoy viva, ¿no? Pues eso es lo que importa. Ahora, si me disculpas-dije,
apartando el plato y levantándome de la mesa-Me voy a mi cuarto.
-¡No! ¡Siéntate ahora mismo!
No la hice caso y salí de la cocina.
-¿No le vas a decir nada?-dijo, dirigiéndose a mi padre.
Este apartó la mirada del periódico.
-¡Eh! Si tantos amigos tienes diles que se pasen por aquí a
echar una mano colocando muebles y demás.
-¡Eso no es lo que quería que le dijeras!
-Era lo único que tenía que decirle.
Resoplé y me subí a mi habitación.
Miré mis miles de discos apilados en un rincón. Al final, no
habíamos tenido tiempo de colocarlo todo.
Me puse a buscar entre ellos y saqué Above the Noise de
McFly. Mientras lo ponía y dejaba que End of the World inundara con su ritmo mi
cuarto, me dejé caer sobre la cama.
Iba a ser una tarde muy larga hasta que me reuniera con
Niall.
De pronto, recordé que aún no había logrado descubrir el
significado de aquella frase en irlandés que dijo aquel primer día.
¿Habrían contratado ya mis padres internet?
Bajé corriendo y vi un router en la estantería de encima de
la tele en el salón.
¡Bien! ¡Sí lo habían hecho!
Corrí de vuelta a mi cuarto y saqué el portátil de la funda.
Me senté en la cama y me lo puse sobre las piernas.
Después de un rato de pelearme con el internet, dado que mi
ordenador no se quería conectar a la red y algún que otro problema técnico,
conseguí entrar en Google y buscar un buen traductor que pudiera traducirme la
frase. Como no lo encontré, me tocó ir buscando el significado palabra por
palabra. Fue difícil, dado que no sabía cómo se escribían, pero finalmente
conseguí tener el significado de todas las palabras y pude leer la frase en
español.
“Cailín álainn poor caillte”, significaba “pobre muchacha
hermosa perdida”.
¡Oh! ¡Niall pensaba que era bonita! Tendría que ir a verle y
decirle, personalmente, que estaba muy miope si pensaba de esa manera.
Cerré el portátil y miré el reloj de Scooby-Doo que me
dieron en el Telepizza cuando era pequeña. ¡Casi era la hora que habíamos
acordado! Esto de traducir irlandés me había llevado bastante tiempo. ¡Pero
había sido muy divertido! Quizá debería decirle a Niall que si me enseñaba algo
de irlandés.
Abrí el armario y descubrí, con disgusto, que toda mi ropa
estaba tirada y todas las perchas vacías. No me había acordado de colocarla y
ahora no sabía qué ponerme y me estaba quedando sin tiempo. ¡Demonios! ¿Por qué
era tan dejada? Ah, no, que es porque estaba con Louis y no podía perder el
tiempo con nimiedades como esta…
¡Y todo estaba arrugado! Bah. Me decanté por unos vaqueros,
una camiseta que decía “Attention Because I bite”, (Cuidado, que muerdo) por si
a Harry se le ocurría alguna de sus magníficas técnicas, una chaqueta
universitaria americana roja y blanca con una B grande en negro y unas
manoletinas negras.
Me metí al baño y me puse alguna que otra pulsera y dos de
mis indispensables coleteros. ¡Ah, sin ellos no sé qué sería de mi vida…! Por
último, me eché de mi querida colonia “S” de Shakira (esta chica se curró el
nombre de su colonia…) y salí por la puerta sin despedirme de mis padres.
Esta vez no lo pensé y salté el muro que separaba la casa de
los chicos de la mía. Bien. Aún seguía en forma después de tantos años sin
practicar. ¡Y decía mi madre que me había echado a perder! Bah, qué sabrá ella.
Llegué y llamé al timbre.
Liam me abrió.
-Buenas tardes, Cris.
-¡Igualmente, Liam!
Me dejó pasar y me acompañó al salón, donde solo estaba
Zayn.
-¿Dónde están los demás?-pregunté.
-Se están vistiendo.-me respondió este.
-¿Y eso?
-Pues es una larga historia…
-Creo que tengo tiempo para escucharla.
-Bueno…Pues…
Cuando iba a empezar a narrarme tan emocionante relato, un
Niall salvaje bajó por las escaleras.
Llevaba puesto unos pantalones marrones sujetos con un
cinturón marrón oscuro, una camiseta de manga corta roja con un corazón en
pequeño donde debería estar el suyo y unas deportivas azules.
-¡Niall! ¡No te lo vas a creer!-dije, yendo hacia él.
-¡Cris! Bueno, un buen amigo mío me enseñó a creer en los
imposibles.
-¡Ya sé lo que significa lo que me dijiste en irlandés!
Zayn y Liam nos miraban a los dos.
-Nos hemos perdido…
-¡Ah!-dijo Niall-Pensé que se te había olvidado. Y, ¿qué
opinas?
-Que estás miope, pero aún así… Gracias.
-¿Yo, miope? ¡Y un cuerno! Te dije la verdad.
-Estamos muy perdidos…-dijo Liam.
Les ignoramos y seguimos a lo nuestro.
-He estado como cosa de una hora, si no más, intento
descifrar, palabra por palabra, su significado. ¡Y ha sido muy divertido!
¿Crees que podrías enseñarme algo de irlandés?
-¿Qué?
-Sí, a ver no sé… No tienes por qué enseñarme si no quieres,
pero no sé, al menos decir hola, adiós, cuidado que os voy a matar a todos… Ya
sabes. Palabras vitales para sobrevivir.
A Niall le salían estrellitas de los ojos. Lo sé porque
podía verlas.
-¿De verdad? ¿Me lo estás diciendo en serio?
-Totalmente.
-¡Pues yo te enseño lo que tú quieras y más!
-¡Bien!
Y me puse a dar palmitas.
-Antes de que vinieras, Zayn estaba a punto de contarme una
historia emocionante.
-¿Ah, sí?-dijo, girándose y mirando a su amigo.-Pues por mí,
no te cortes.
-Puedes contársela tú. Es la historia de por qué estaba solo
sentado en el sillón.
-¡Ah!-dijo, y volvió a mirarme-Resulta que, como bien sabes,
tú y yo vamos a salir esta tarde, ¿no? Pues Louis decidió apuntarse y Harry
también. Louis dice que no le vendrá mal reconocer el terreno también a él, que
es un experto en perderse y Harry supongo que irá para cuidar de su querido
Louis, y evitar que le perdamos a posta o algo.
Entrecerré los ojos.
Me alegraba que Louis nos acompañara. Me alegraba mucho.
Pero algo en mi interior me decía que nada tenía que ver Louis con que Harry se
apuntara. El “Por ahora”, pronunciado por Harry se me vino de nuevo a la mente.
Desde luego, este chico era perseverante.
-Ya veo.
-Espero que no te importe.
-En absoluto… Siempre y cuando les perdamos a los dos.
Niall rió y chocamos los cinco.
-¡Ah, qué bonito! Osea, que quieres que me pierda, ¿no?-dijo
Louis, bajando por las escaleras en aquel preciso instante.
El corazón se me encogió, pero supe controlarme y respiré
con normalidad. Me había preparado mentalmente para esto.
-Si te pierdes, tendré que buscarte. Y te encontraría aunque
tuviera que movilizar al ejército de terracota chino.
Louis rió.
-Con amigas así, da gusto. Ya estoy, ¿nos vamos?
-¡Vámonos!-dije, con alivio, al ver que Harry no asomaba sus
rizos por ahí.
¿Quién sabe? A lo mejor se había echado demasiada mascarilla
y tenía una sobredosis de ella o algo y no podía venir. ¡Me libraría de él esa
tarde!
-¿Vosotros no venís?-les pregunté a Liam y a Zayn.
-Es que echan en la tele una película que quiero ver y
últimamente no tengo mucho tiempo para mí mismo…-me dijo este último.
-Di que no Cris, que es un vago redomado y le da palo salir.
-Di lo que quieras, Liam, pero yo la película no me la
pierdo.
-¿Y por qué no vienes tú?-le pregunté a Liam.
-Alguien tiene que quedarse con Zayn. Le da miedo estar
solito. Ahí donde le ves, es todo un cobarde.
-¡Ja! Yo no tengo miedo de quedarme solo en casa.
-Se está intentando hacer el valiente porque está tratando
de impresionarte como chica que eres, pero es de las personas más caguetas que
he visto en la vida…
Un cojín impactó en la cara de Liam y le calló para siempre
(exageración).
-¡Bueno…!-dijo Niall, dando una palmada-Pues entonces
nosotros nos vamos.
-¡Sí!-dije yo, feliz, dado que se habían olvidado de Harry.
Estábamos traspasando la puerta cuando Harry apareció
corriendo.
-¡Eh! ¡Qué os ibais sin mí!
-¿Quiénes? ¿Nosotros? Imposible.-dije inocentemente, como si
me hubiera acusado de comerme el último Donut de chocolate y yo lo negara,
cuando tenía todos los morros llenos de chocolate.
-Bueno, y ahora que estamos todos, nos vamos.
-Vale.
Y cogimos carretera y manta y nos fuimos.
Yo iba entre Louis y Niall. Uno me iba señalando los sitios
y diciendo “Esto es un banco, eso de allí una tienda de ropa, eso un bar…” y el
otro me iba contando pequeñas anécdotas de esos sitios “En ese banco es donde
sacamos dinero, en esa tienda de ropa es donde Zayn se compra los calcetines,
en ese bar nunca entres, que no ponen aperitivos…”.
Reía cuando tenía que ir y comentaba cuando tenía que
hacerlo.
Se estaba bien entre esos dos chicos.
Luego estaba Harry que, como la acera no era lo
suficientemente grande, tenía que ir detrás.
No hablaba mucho, solo hacía pequeños comentarios, pero
notaba sus ojos fijos en mi nuca. No sé qué tendría mi nuca que le interesase,
pero así era.
-Y aquí se come muy bien, créeme…
-Niall, deja de hacer publicidad a Nando´s, que no te pagan
por ello-le dijo Louis.
-¡Pero a mí me gusta!
Aprovechando que estos dos se pusieron a discutir, Harry se
inclinó y me susurró al oído.
-Me gusta tu camiseta.
-A mí también, por eso me la compré.
-¿Es cierto lo que dice?
-¿El qué? ¿Lo de que muerdo?
-Sí.
-Hombre, sería un poco absurdo ponerse una camiseta que
afirme una cosa cuando no es cierta, ¿no crees?
-Habría que comprobarlo.
-No pienso morderte. Luego tendría que estar como media hora
lavándome los dientes.
Harry rió.
-Pues entonces tendré que hacer caso omiso de tu camiseta y
tendré que provocarte.-dijo, con voz melosa.
-Haz lo que quieras. No tengo una camiseta que ponga “Cuidado,
que esta gatita tiene uñas”, pero te aviso que las tengo.
-¿Gatita? Adoro los gatos. Ya tengo apodo para ti.
-Llámame gatita y te juro que…
-¿Qué qué? ¿Vas a morderme, gatita?
Y puso una sonrisa pícara.
Yo suspiré.
Harry estaba consiguiendo exasperarme.
-¿Para esto has venido? ¿Para enfadarme?
-Yo no te he enfadado, te has enfadado tú sola.
Le bufé, enfadada.
-Gatita.-me susurró, de forma que solo yo pudiera oírlo.
Debió de ser que Louis olió la tensión en el ambiente y
decidió salir en mi ayuda.
-¡Eh! ¿Qué pasa por ahí atrás?
-Nada-le respondió Harry.-Solo estábamos hablando.
-¡Ah, bien, tú distráeme a la chica para que se me pierda!
Bueno, como decía, esto es una academia de baile, ¿qué hace aquí, en medio de
ningún sitio? Bien, no tengo ni idea, pero…
Pasamos por al lado de la entrada de la academia y yo me
quedé parada enfrente.
-¿Cris?
Como Niall vio que no reaccionaba, me cogió del brazo y
retrocedí, asustada.
-¿Eh? ¡Ah, perdón! Es que… Yo antes bailaba. Tuve que
dejarlo cuando me rompí una pierna en plena actuación, hará cosa ya de cinco
años… Y desde entonces, no he vuelto a practicar.
Ellos se me quedaron mirando. Supongo que no se esperaban
eso de mí.
-¿Qué hiciste para romperte una pierna?-me preguntó Louis.
-Meter el pie en una tabla de madera del escenario que
estaba un poco levantada y caer sobre la pierna al revés.-Ellos pusieron cara
de dolor-Nada agradable, desde luego.
Miré con nostalgia la academia.
Tenía buenos recuerdos de cuando bailaba.
-¿Quieres apuntarte?-me preguntó Niall, adivinando mis
pensamientos.
Le miré y sonreí.
-No estaría nada mal.
-Si quieres, podemos entrar y puedes informarte.
-¿Si? No tardaremos mucho, lo prometo.
Louis y Niall levantaron las manos.
-Sin problema.
-Gracias.
Y abrí la puerta para entrar.
-Será mejor que vaya con ella-dijo Niall.
-Harry y yo nos quedaremos aquí.
Le sostuve a Niall la puerta para que pasara tras de mí.
Nos encontramos en una recepción bastante grande, con unas
cuentas sillas con pinta de cómodas y un gran escritorio con una rubia sentada
tras un ordenador.
Esta, al vernos, nos sonrió.
-No sé si entenderé todo lo que me diga…-dije, recordando
que aún no tenía un perfecto dominio del inglés.
-Tranquila. Yo podré traducirte en caso de conflicto.
-Sí, y, si no, las ostias son un lenguaje internacional.
-Ala, que bruta.
Reí tontamente y avancé hasta la recepción, ahora más
confiada sabiendo que contaba con el traductor Niall, que además sería mi
futuro profesor de irlandés.
La chica empezó a contarme la historia de la academia (ya
ves tú lo que me importaría a mí…) y después, ya preguntó el motivo de que
estuviera allí.
Yo le dije que me gustaría saber si podría apuntarme. Ella
me dijo que si tenía experiencia, a lo que le contesté afirmativamente. Dijo
qué tipo de baile era el que yo practicaba y le dije que un poco de todo.
Finalmente, me dijo cuánto costaría apuntarme y los días que
podría venir. Le dije que se lo comentaría a mis padres y me dio el número de
la academia. Le prometí que, ya si eso, algún día ya la llamaría, nos
despedimos y nos fuimos.
Bueno, antes de irnos, nos dio un puñado de caramelos a
Niall y a mí de un cenicero que tenía en el escritorio.
Salimos de allí igual de contentos que unos niños pequeños
con chuches.
-¡Ah! Al fin salís-dijo Louis.-¿Qué tal os fue?
-¡Nos dieron caramelos!-dijimos los dos al unísono.
-¡Caramelos!
Y le dimos a Louis unos pocos.
Harry miraba la escena de brazos cruzados.
Estaba por no ofrecerle, pero yo no era una mala persona.
-¿Quieres?-dije, tendiéndoselos.-Aún me queda un puñadito. Y
puedo quitárselos a Niall, si quiero.
-¡Sí, tú inténtalo!-dijo este, sarcásticamente.
Harry rió, negó con la cabeza y alargó la mano, donde le
eché unos cuantos caramelos.
-¿Qué te dijeron?
Le miré.
No esperaba que Harry se interesase por mi vida.
-Que puedo apuntarme.
-¿Vas a hacerlo?
Me encogí de hombros.
-Puede.
-Me gustaría verte bailar algún día.
-No, que te reirías.
Sonrió.
-No, claro que no. Aplaudiría como un loco.
-Loco ya estás, así que no habría mucha diferencia.
-Habló la gatita.
Entorné los ojos.
Entonces, le quité de la mano un caramelo de Coca-Cola.
-¡Eh!
-Como pago por tu intolerancia, me cobro un caramelo de
Cola, que son los que más me gustan.
-No hay derecho.
-Te fastidias-dije, metiéndome el caramelo en la boca y
dándole el envoltorio.
Me giré y vi a Niall y a Louis peleándose por un caramelo de
pera que se había caído al suelo.
-¡Chicos, chicos!-dije, separándolos-¿Os vais a matar por un
caramelo?
-¡Por mí caramelo!-dijo Niall, recalcando el “mí”.
-¡Más quisieras tú! ¡Me pertenece a mí!
Le di una patada al caramelo y se cayó por una alcantarilla.
-Ahora el caramelo no es de nadie-les di a los dos un
caramelo mío-Y ahora tenéis un caramelo más. Se acabó esta historia. ¿Podemos
seguir reconociendo el terreno?
-Podemos, podemos.
Y seguimos andando.
-¿Y qué tal bailabas?-me preguntó Niall.
-Oh, pues supongo que bien. Me gustaba mucho bailar.
-¿Y por qué no continuaste después de recuperarte?-quiso
saber Harry.-Si tanto te gustaba, tendrías que haber seguido, ¿no?
-Sí, pero… El recuerdo de aquella actuación que acabó en
desastre por mi culpa era demasiado fuerte. Recuerdo la gente riéndose, mi
familia asustada, compañeras envidiosas señalándome con el dedo y riendo,
riendo y aplaudiendo, porque sin mí, ellas podrían ser el centro de atención…
Me costó mucho superar eso. La recuperación no fue fácil y los médicos me
dijeron que tendría que esperar para bailar.- Hice una pausa dramática.
-¿Y? ¿Qué pasó después?-preguntó Niall.
Le miré y sonreí.
-Nada más recuperarme, me puse a bailar, pero ya no me salía
como antes y me echaron de la escuela donde estaba. Mis movimientos eran más
rígidos y ya no les interesaba mi persona, pues tenían a otra chica… Así que me
dije, ¿para qué seguir? Y lo dejé. No he vuelto a bailar desde entonces.
-¿Nada, ni un poco?
-Nada.
-¿Ni en fiestas, ni en la ducha…?
-Ni en fiestas, ni en la ducha. Nada de bailar.
-Entonces, ¿por qué ahora, de repente, quieres apuntarte a
una academia? ¿No tienes miedo de que te vuelva a pasar lo mismo?
Miré a Harry.
-No sé por qué ahora, pero quiero. Y no, no tengo miedo. Sé
que puedo conseguir todo lo que me proponga.
Niall y Louis aplaudieron.
-Que orgullosos estamos de ti.
-Menuda amiga más interesante que nos hemos hecho, ¿eh,
Niall? Tienes buen ojo…
-¿Consigues todo lo que te propones?-me susurró
Harry-Entonces te propongo que me muerdas.
Ya me parecía a mí que Harry no podía haber cambiado.
Decidí ignorarle.
-Chispea-observó entonces Niall-¿A alguien se le ha ocurrido
la maravillosa idea de traer un paraguas?
Todos negamos con la cabeza.
-El del tiempo dijo que hoy no llovería.
-El del tiempo nos mintió.
-Bueno, Cris, ya sabes cómo es aquí, en Londres… Al momento
está lloviendo como sale el sol.
-Pues que triste, Lou.
Al final, por sugerencia de Niall, acabamos todos sentados
en un bar, mirando por la ventana cómo llovía.
-¿Qué queréis? Yo lo pido.-dijo Niall.
-Coca cola-dijimos Harry, Louis y yo a la vez.
-Y yo también, venga, por no ser menos.
Esperamos a que viniera la camarera.
-Sí, mira querríamos…
-¿Niall?-dijo esta, mirándole con los ojos como platos.
Este la miró frunciendo el ceño.
Mis ojos pasaban del uno al otro, sospechando. ¿Qué estaba
pasando aquí?
-¿Annie?-dijo este, reconociéndola.-¡Dios mío! ¡Eres tú!
Se levantó y la estrechó entre sus brazos.
Mi mandíbula inferior quedó por los suelos.
¿Quién era esa con la que Niall se tomaba tantas confianzas?
Louis y Harry parecían tan perdidos como yo.
-¡Oh, Annie!-dijo Niall separándose de ella y
mirándola-¡Cuánto tiempo ha pasado! ¿Cuánto ha sido? ¿Dos años, tres…?
-Han sido tres y medio, para ser exactos. ¿Qué pasa? ¡Ya no
te dejas caer por allí! Mi madre no hace más que preguntar por el duendecillo.
¿Qué ha sido de ti?-le preguntó ella.
Yo la fulminaba con la mirada.
Pero, ¿quién era? ¿Una ex novia? Uy, que poca gracia me
hacía aquello.
-Es que las dos últimas veces no pude ir. Y ahora que estoy
en una banda, tampoco. ¡Pero mírate…! No pareces la misma niña que destruía mis
castillos de arena, allí, en Murcia…
-¿Aún sigues llamando castillos a esas cosas que creabas con
arena de la playa? Te repito que eso no eran más que mierdecillas…
-Ha pasado tanto tiempo y aún sigues metiéndote con mis
castillitos…
Ella echó una mirada a la mesa y nos miró a los tres.
-¿Cómo que estás en una banda? Espera un momento. Os traeré
lo que queráis y me sentaré con vosotros, que mi turno acaba de acabar.
-Bien. Cuatro Coca Colas.
-Serán cinco-dijo Annie, y se fue.
Niall se sentó de nuevo.
-¿Quién era esa?-dije, señalándola con la barbilla.
-¿Qué, celosa?-me susurró Harry.
Por ello se llevó una patada bajo la mesa.
-Es Annie. Una amiga de la infancia de cuando iba allí a
España. Sí, a tu querida España. Que sorpresa habérmela encontrado aquí. ¿Qué
hará por estos lares?
-Trabajar-observó Louis.
-Quizá se haya venido aquí a trabajar-dije yo-Allí en España
el trabajo está muy mal y muchos jóvenes se van a trabajar a otros países.
-Bueno, ahora lo sabremos.-dijo Niall.
Yo me relajé. Bueno, si sólo era una amiga…
Annie apareció con las bebidas y se sentó al lado de Niall
y, por lo tanto, a mi lado.
Instintivamente, me eché un poco hacia Louis.
-¡Bueno…!-dijo, sentándose-¿Es esta tu banda? ¿Tu batería,
tu bajista y la voz?
Niall rió.
-No, ella no forma parte del grupo.
-Que forma más bonita de decirme que estoy excluida-dije,
con un toque de fastidio.
Ellos rieron.
-Sabes que no quería decir eso, Cris.-dijo Niall y después
procedió a presentarnos y a decir que faltaban los dos restantes miembros del
grupo.
Y después ella y Niall se pusieron a compartir recuerdos de
la infancia.
Y a mí no me hizo gracia que Niall no me hiciera caso.
Primero, yo había quedado con él y luego se me habían
acoplado dos personas.
Y segundo, encima va él y se olvida de que existo. ¿Y este
es el chaval que me había rescatado de la lluvia y me había dicho hermosa? ¡Qué
curioso es el mundo!
Les miraba a ambos con malicia.
Aquello no me gustaba nada.
Entonces, alguien me rozó la mano y una corriente me
recorrió entera. No me hizo falta girarme (aunque lo hice) para saber que había
sido Louis.
-¿Te pasa algo?-me preguntó.
“Tú. Me pasas tú”.
-¿Qué? No, ¿por qué?
-Pareces perdida.
Perdida no, por favor.
-Ah, no. Estaba recordando lo de la academia y eso.
Era mentira, pero una mentira piadosa al fin y al cabo.
-¿Crees que algún día podré verte bailar?
Sonreí, divertida.
-Tú lo que quieres es echarte unas risas.
-No, claro que no. Si tan buena eras como dices, quiero
verlo.
-Tú mismo lo has dicho, “era”…
-Yo creo que lo sigues siendo. Solo necesitas confiar en ti
misma, entrenar de nuevo y… Un buen público.
-Que ahí es donde entras tú, supongo.
-Supones bien.
Sonreí y negué con la cabeza.
-Está bien. Algún día, te enseñaré cómo bailo la Macarena.
-Eh, no. Yo quiero verte bailar otra cosa. Algo más
personal, no sé…
-¿Bailarías conmigo un tango?
Rió.
-Yo no sé bailar.
-Yo te enseño.
-En ese caso, no hay ser humano que pueda negarse, pero como
yo no soy humano, tendré que negarme… Es broma.
Reí.
Harry estaba cruzado de brazos, con la espalda apoyada en el
respaldo de la silla y miraba, con expresión aburrida a Louis y a mí y después
a Annie y a Niall.
-Ha dejado de llover-dijo, al rato.
Decidimos entonces que volveríamos, más que nada, porque a
Zayn le daba miedo estar solito en casa y puede que Liam hubiera salido a cazar
gotas de lluvia con una sartén.
Niall me hizo despedirme de Annie y prometimos vernos algún
que otro día. Para no perder el contacto, Niall le dio su número de teléfono.
No sé por qué, pero eso me molestó enormemente y fui el trayecto que quedaba
molesta con él y con el mundo.
Louis iba hablando con Niall, porque había visto por mi
expresión que no quería hablar con nadie y que estaba enfadada aunque no
entendiera muy bien el por qué y yo iba detrás, al lado de Harry, con los
brazos cruzados.
-¿Y esa cara tan agria, gatita?
-La que tengo siempre.
-No creo.
No contesté.
Harry se metió la mano en el bolsillo y sacó un caramelo.
-De Coca cola, como a ti más te gusta.
Miré el caramelo y después le miré a él.
-¿Qué pretendes comprar con eso?
-Te iba a decir que a ti, pero visto lo visto, me conformo
con una sonrisa.
Cogí el caramelo.
-Anda, tonto-dije sonriendo mientras lo desenvolvía y le
daba, de nuevo, el envoltorio vacío.
-Creo que voy a empezar a coleccionarlos. Ya tengo dos.
-Si tú eres feliz así…
-Se te ha encrespado el pelo, gatita.
-Como si me importara, ricitos.
-¿Puedo preguntar la razón de tu enfado?
-No estoy enfadada.
Volvió a meter la mano en el bolsillo y sacó otro caramelo.
Esta vez, de fresa.
-Otro caramelo si me dices por qué estás enfadada.
-Este no es de Coca cola.
-Es que se me han acabado.
-Entonces, no hay trato.
-Jo, está bien-Metió la mano en el bolsillo y sacó dos
caramelos-Tres caramelos, estando entre estos mi último de Coca Cola si me lo
dices.
-Hecho-dije, quitándoselos, desenvolviéndolos y
metiéndomelos en la boca.-No estoy enfadada.
-¡Eh! ¡Me lo habías prometido! ¡Timadora! ¡Dame los
caramelos!
-Tarde. Los he mordido.
-Jo.
-¡Bueno…! Si te consuela, me he molestado porque esa chica
no me ha hecho mucha gracia, ¿de acuerdo?
-¿Quién? ¿La súper amiga de la muerte de Niall?
-Sí, esa.
-¿Por qué?
-¿Quizá porque es la súper amiga de la muerte de Niall?
-Celosa.
-Tu gato en bragas.
-¿Qué?
-Olvídalo.
-Gatita…
-Payaso.
Y así, discutiendo, llegamos a casa.
-¡Bueno! Gracias a vosotros sé que hay una academia y ya
conozco más lugares para perderme. Sois muy amables.
Me despedí de todos dándoles un abrazo, a cada uno diferente
y sentí cada uno de diferente manera.
A Niall le abracé con jovialidad, aunque seguía dolida por
su pasividad hacia mi persona antes.
A Louis, al abrazarle, una fuerte descarga me recorrió por
el cuerpo y en mi estómago, miles de mariposas alzaron el vuelo, haciéndome
cosquillas.
A Harry, le metí la mano en el bolsillo y le quité unos
cuantos caramelos, no sin que antes me susurrase en el oído:
-Adiós, Gatita. Adiós.
¡Bueno, querida gente! ¿Qué opináis? ¿Qué tal va esto? A mí, sinceramente, me está gustando bastante, pero sois vosotras, la audiencia, quién decide. ¿El qué? ¡Y yo qué sé! Es que me gustaba la palabra audiencia. Así que espero que este capítulo os haya gustado, dado que si no, me iré voluntaria como tributo a los Juegos del Hambre. Así que... ¡Ya sabéis! O os gusta el capítulo o me patrocináis cuando vaya a los juegos. La elección es vuestra.
Atentamente,
Cris Bieber Horan Styles (futura tributo del Distrito x)